Hay un dicho que suele rondar por estos lares: “Si parece mierda y huele a mierda, es mierdaâ€. A la hora de ver una película esperas que el refrán no sea cierto, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que es una verdad como la copa de un pino. No solo eso, es la contestación irrefutable a todos aquellos que te cuentan que hay que esperar a ver una película para después criticarla a gusto.
Bien. Yo me he tragado FBI. Y resulta que el refrán es cierto. No es que sea precisamente mierda, ya que ni siquiera se ajusta a lo que entendemos normalmente por película, pero si Javier Cárdenas intentaba hacer una comedia, pues la verdad es que no le ha salido bien. Eso para empezar.
FBI (Frikis buscan incordiar, al loro con el título) es una sucesión de gags en plan cámara oculta en el que famosetes de la tele reciben su merecido por ser unos “falsosâ€, unos “hipócritas†y bla, bla, bla… Como a Cárdenas, igual que a su colega Sardá, eso de ser el mas chulo del barrio es algo que le parece muy guai, así que se dedica a poner serpientes a la Pitonisa Lola (cosa que no hace gracia), a lanzar a una tal Encarni (que es una mujer rubia muy fea y con mala hostia) desde una silla a ochenta metros de altura o arrastrar de una lancha a Paco Porras por toda la playa (como eso si que es gracioso, porque el tío rebota tres veces antes de entrar en el mar, Cárdenas, consciente de ello, nos lo repite ochenta veces más).
También sale ese ensayo de persona que es el Pozí, o sea, Manolito Reyes, que vuelve a demostrar una vez mas que cuando Dios hace las cosas torcidas no le gana nadie. Los momentos, sin embargo, que ponen a prueba la capacidad masoquista del espectador son dos: el primero de ellos es una tortura con descargas eléctricas a un tal Josmar, que va ataviado con un traje sadomaso con lo cual Cárdenas (y nosotros) podemos ver el culito de ese tío en pantalla grande, de cine; y un sketch en el que Carmen de Mairena, otro del club “Proyecto Hombre†aparece desnudo/a y morrea con lengua a un tío llamado el Arlequín, que no es un malo de Batman, sino que es de la piara de Loli Alvarez, Tamara y Toni Genil.
Entre gag y gag hay una parte de ficción que, como eso sí que lo puedo comentar porque es película diré que es realmente miserable, con Saturnino García haciendo de comisario sin saber que los tiempos en los que era “joven†promesa del cine español – recuérdese Justino, un Asesino de la Tercera Edad – quedaron muy, pero que muy atrás. Los diálogos dan asco, por cierto.
¿Cómo podría terminar esta crítica? ¿Podría recomendar que la gente no fuera a verla? Por supuesto: no vayáis a verla. Pero, ¿podría intentar entender como he terminado pagando casi cinco euros por esto? ¿Me voy a comer el tarro pensando en que ese tío va a recibir dinero de mi bolsillo cuando cobre los beneficios? No. Lo que realmente me fastidia es el típico debate de “en España no se puede hacer cine así, etc…†cuando realmente Sí que se hace, y yo pago por verlo. ¿Me siento abochornado? Pues un poquito. ¿Pero me he reído? Pues un par de veces sí. Intentar mantener la mente limpia es una tarea dura, y estar abierto a todas las posibilidades que nos ofrece la cartelera obliga de vez en cuando a tragarnos cosas como esta. Pero qué se le va a hacer: se ha estrenado y hay que verla. Lo que no se me puede pedir, encima, es que la ponga nota, porque lo siento, Cárdenas, macho, esto no es una película.
Lo mejor:
– Momentos en plan Jackass en los que la gente, independientemente de su condición de famosos, sale lanzada por los aires o se da unas leches de infarto propias de videos de primera.
Lo peor:
– Lo demás. El concepto en sí. Lo chulete que es Cárdenas, tirándose piedras contra su propio tejado y, sobre todo, el estilo inmundo de Cronicas Marcianas que se respira en cada plano. Pura escoria.
