Confieso cierta pereza vespertina cuando esta tarde decidía volver a inmiscuirme en el desigual mundo de Harry Potter. Los precedentes, con sus altibajos nunca notables y a menudo demasiado decepcionantes habían incurrido una y otra vez en diversos errores derivados del peculiar modus operandi de esta redonda franquicia, resumidas en una evidente servidumbre de la adaptación cinematográfica a su obra homóloga literaria (al que soy, sabedlo ya, completamente ajeno), pasando por encima de aquello tan importante que suele llamarse guión cinematográfico. Por algo los libros son el negocio garantizado, antes que las propias películas.
A ver si conseguimos que no parezcas un macetero ¿eh Daniel? venga un poquito de expresividad
Y vino el semidesconocido David Yates, curtido en series televisivas, para decirnos algo a mi juicio sorprendente a esta alturas de la saga: hay esperanza. Éste es el mensaje de la grata película que tenemos entre manos, bien dicho desde lo más hondo de su compacto desarrollo argumental, bien desde la propia dirección del film, que a pesar de insistir en lo oscuro y vanidoso del universo Potter, lo hace encajando muy dignamente aspectos humorísticos y emocionales de la trama, dando relieve por primera vez a personajes hasta ahora siempre parcos y ausentes en la pantalla. Ver reír, sin motivo – aparentemente – a Hermione Granger, y disfrutar de abrazos, gestos y miradas cómplices de los impagables secundarios confieren a la historia una nueva dimensión humana llena de imperfecciones que ilustran vivamente la adolescencia incomprendida del protagonista y sus amigos, con la que es fácil identificarse, hasta en sus chistes (como el del beso “húmedoâ€).
Por fin tenemos un film donde las relaciones causa y efecto tienen un desarrollo consecuente, lógico, elevando la tensión dramática a cada paso y donde no hay escenas gratuitas ni difusas, incluso con el beneplácito de que ciertos hilos de la historia están deliberadamente dejados volar para ser concluidos en los próximos capítulos. Siendo como es una película larga, con poca acción espectacular, la producción es ágil, muy ágil, lo que no implica caer en el error de condensar muchas escenas cortas sin tiempo de asimilarlas como en anteriores ocasiones. En Harry Potter y la Orden del Fénix, se nota que los actores respiran, evolucionan y las secuencias son más largas que de costumbre, siendo sin duda memorable la del proceso paralelo de aprendizaje de los magos mientras la Inquisidora de Howgarts va oprimiendo progresivamente a sus estudiantes en unos momentos realmente fabulosos y orwellianos.
Me llamo Luna y soy rarita a la par que entrañable ¿seré pariente de Severus Snape?
El film se sostiene en sus interpretaciones, no hay duda. Si bien los protagonistas, aun limitados, van mejorando, el éxito radica en la genial Imelda Staunton en el papel de la Inquisidora Dolores Umbrige, que roba planos como ninguna, amén del curtido elenco de secundarios adultos, en un suma y sigue sin precedentes en la industria cinematográfica, en el que para un minuto en pantalla, tenemos ni más ni menos que a Emma Thompson o Julie Walters, por no nombrar a actores de la talla de Alan Rickman o Maggie Smith aún al pie del cañón sin tener personajes especialmente relevantes. Entre las nuevas incorporaciones, quizás me quedaría con la del personaje de Luna, extraño y conmovedor, aunque desconozco si con más relevancia en el futuro.
Por suerte, no todo son alabanzas, menos mal. El film deja literalmente a medias la poco chispeante historia de amor de Harry. No lo comprendo, cuando con dos o tres líneas de diálogo se hubiera podido acabarla en una escena que el final pide a gritos, mientras que por otro lado, algunos personaje muy secundarios consumen minutos sin consecuencias que bien valían haber salido un poco antes del cine. Aunque sin duda el punto negro es su final final, en su ultimo momento, que se disipa tan rápido que te quedas a cuadros.
No le han dejado consumar del todo al chaval, quizá en la próxima entrega
Viendo esta nueva entrega donde aspectos sentimentales, mágicos, conflictos emocionales y destructivos encajan en un mundo lejano pero comprensible y lo que es mejor, plausible, uno se pregunta en qué pudieron fallar otros o acertar éste. No sabría señalar el motivo, pero sí creo que hay un deseo humilde por parte del director de traspasar la pantalla no con trucos espectaculares, sino todo lo contrario, advirtiéndonos de que en el fondo, los protagonistas son adolescentes en pleno viaje a la madurez, y sus problemas, sean cuales sean tienen hondo calado en lo personal y lo afectivo, de forma que como perfectamente se presenta en los pensamientos de Harry, al final son esos momentos de encuentro, de cariño, amor y amistad, los que uno conserva, aunque seas el mejor mago del mundo.
Lo mejor:
Un guión bien dirigido y mejor montado. Detalles como las transiciones del film con escenas incrustadas en periódicos, el grotesco fascismo de Dolores Umbrige y la optimista respuesta de los alumnos. Ah!, y una banda sonora renovada y realmente efectiva.
Lo peor:
Las intricadas relaciones entre los personajes, a veces demasiado difusas, y el final realmente poco justificado, más que por el hecho de que como quedan dos películas, aquí no vamos a ver el enfrentamiento decisivo. Lástima que no acabe sentenciando nada.
Jesús Manuel Rubio

-
charlie_fm91
-
McFly
-
El langostino que baila
-
Naure
-
maria
-
sala 12
-
Ripper
-
EL BÁRBARO
-
XGM_Isaac
-
mengues