Ridley Scott vive una segunda juventud (o eso queremos muchos) ahora que está a punto de estrenar la precuela de Alien, Prometheus, y que planea volver al universo de Blade Runner con una segunda entrega que rodará seguramente una vez que termine su proyecto más inmediato, The Counselor.
En unas breves declaraciones sobre esa probable secuela de Blade Runner de las que se hacen eco en Cinema Blend, Scott afirma que “no creo que esté protagonizada por Harry (en referencia a Harrison Ford). Pero debemos incluirle de alguna manera. Eso sería fantástico”.
En definitiva, que Scott quiere que Harrison Ford aparezca en mayor o menor medida en Blade Runner 2, un proyecto que despierta tantas expectativas como recelos, no en vano, mientras Alien ha sido un universo revisitado con éxito varias veces y más ajustado a las claves del cine de género convencional, Blade Runner, teniendo su base en el cine negro, tiene un aura existencial que trasciende más allá de las convenciones de las que se nutre y es, por derecho propio, una de las vacas sagradas del cine moderno.
Podría pasarle algo parecido a lo que vivió Ghost in the Shell con su segunda entrega, donde las ganas de mantener el nivel, de dar mayor complejidad narrativa y a ampliar el calado filosófico de su universo, acaba jugando a la contra con una película tan apabullante en lo visual como excesivamente pedorra en su discurso. Vamos, que se tira el moco a lo bestia, y te obliga como espectador a ponerte a un nivel filosófico que limita peligrosamente con la pura paja mental. Que una cosa es hablar de lo divino y de lo humano y otra es llenar tu película de verborrea indescifrable que para la película en seco. Aunque bien pensado, Hollywood, y más hoy día, es un mundo donde pecar de intelectual es un lujo que muy pocos pueden permitirse, más aún con precedentes como las secuelas de Matrix, cuya reputación no es precisamente buena por mucho “ergo” que pusieran en sus diálogos.
Demos tiempo para ver si se va destilando algo más sobre el proyecto.