A pesar del éxito de producciones como Mad Men o Breaking Bad, en realidad ha sido, por encima de cualquier otra, The Walking Dead la serie que se ha convertido en el buque insignia del canal AMC; cada nueva temporada bate récords, con unas audiencias con las que soñarían hasta las cadenas que emiten en abierto, y el estreno de su spin-off también ha logrado unos excelentes números reforzando la marca. Y como toda buena marca, va a continuar expandiéndose con nuevos productos.
El próximo 4 de octubre, junto al final de temporada de Fear the Walking Dead*, dará comienzo Fear the Walking Dead: Flight 462, un episodio especial de media hora que se presentará de manera fragmentada en forma de webserie y que nos llevará al interior de un avión durante el apocalipsis zombi. La gracia del formato –del que esta serie ya había hecho uso anteriormente con historias como la dedicada a la chica de la bici– es que funcionará como crossover y entre los afortunados supervivientes del desastre habrá un actor que se incorpore al reparto de la segunda temporada de Fear the Walking Dead cuando regrese el año que viene con una temporada expandida de 15 episodios en lugar de los 6 iniciales.
La parte negativa de todo esto es que la cadena pretende ordeñar al máximo la expectación por saber quién será el elegido y el episodio se emitirá cortado en clips de un minuto de duración durante las pausas publicitarias de la sexta temporada de The Walking Dead y posteriormente online en su web. Del guión se encargan L. Signorino y Mike Zunic y la dirección corre a cargo de Michael McDonough, director de fotografía curtido en producciones indie como Winter’s Bone o Starred Up antes de su paso al equipo técnico de Fear the Walking Dead.
Vía EW.
*Fear the Walking Dead, para lo que es, es sorprendentemente buena. Podrían haber hecho cualquier churro para aprovechar el tirón de la audiencia pero hay que reconocer que se han molestado en crear algo diferente a la serie madre. Podrá gustar más o menos, pero al menos se puede decir que son dos series diferentes y no estás viendo 30 horas de lo mismo. La fotografía (aunque a veces da el cantazo a digital) luce por encima de una producción media televisiva, creando la ilusión de que estés viendo una película de moderado presupuesto, los guiones contienen escenas tensas a pesar de tratarse de una precuela y los actores hacen un trabajo convincente, destacando especialmente a Frank Dillane (casi una nueva versión de un joven Johnny Depp) y a Rubén Blades, auténtico titán que hace una labor muy por encima del cumplimiento del deber en una serie de este estilo, y encara con aplomo y aporta un aura de magnetismo a un personaje secundario con más hechuras que los propios protagonistas.
Si quedasteis desencantados con la serie original y os da pereza retomarla ahora que está tan avanzada para comprobar cómo ha mejorado, os recomiendo echarle un ojo a este spin-off, puede que os convenza más.