Trey Parker y Matt Stone son hoy por hoy sinónimo de “tocapelotas” en Hollywood. Desde que empezaron con el corto La Historia de América y se consagraron con su ya clásica serie South Park no han dejado títere con cabeza. Se han burlado hasta de su sombra y siempre con un sentido del humor de lo más incorrecto y desagradable, pero no por ello menos divertido. Muchos les echan en cara que se toman a coña temas a veces demasiado serios (el racismo, la guerra, el sida, la pederastia y cualquier tema que levante ampollas), pero ellos siguen fieles a su estilo.
Team America es su segunda película como animadores tras el largo de South Park, un éxito inesperado que ha tenido continuidad con esta nueva película. En esta ocasión cambian los recortables por las marionetas estilo Thunderbirds. El cambio seguramente tenga intención de homenaje ya que el argumento viene a ser similar, una agencia especial con vehículos sofisticados dedicada a salvar el mundo de sus enemigos, que en este caso son los TERRORISTAS.
Un bar repleto de terroristas en potencia.
La película comienza con una misión en París donde, tras arrasar con todos los monumentos de la ciudad, cazan a sus enemigos pero donde uno de los miembros muere, dejando un enorme vacío en el corazón de Lisa. La agencia pretende ahora infiltrarse en territorio terrorista para averiguar el inminente atentado del que les advierte su ordenador, I.N.T.E.L.I.G.E.N.C.I.A.. Para ello qué mejor que un consagrado actor de Broadway capaz de dar vida a quién sea. Reclutan a Gary Johnston que se convertirá en la nueva esperanza del mundo y del corazón de Lisa, mientras en Korea del Norte, Kim Jong II planea un ataque masivo contra occidente.
Suena a disparate y lo es. De eso se trata. La gracia del asunto es que el Team America viene a representar de forma concentrada ese afán de democratizar el universo de los Estados Unidos, aunque para ello deban destruir el país al que pretenden liberar. Pero no nos engañemos, aquí los palos no sólo van para el gobierno americano, sino que también se ríen del conjunto de actores progres de Hollywood (Tim Robbins, Sean Penn, Susan Sarandon, George Clooney, Matt Damon…) liderados en esta ocasión por Alec Baldwin (para Gary “el actor más grande del mundo”), un grupo de personalidades que cegados por su afán antibelicista no harán sino complicar la salvación del mundo. De todos ellos Matt Damon se lleva la palma ya que únicamente sabe decir “¡Matt Damon!”. Y lo de Michael Moore (con un perrito caliente en cada mano) ya no tiene nombre.
Hans Blix devorado por los tiburones.
Uno de los puntos importantes de la película, como de costumbre, son las canciones, donde destaca el tema de las escenas de acción “America, Fuck Yeah” y una canción de amor sobre la película de Pearl Harbor. Tampoco faltan homenajes a pelis como Star Wars (la taberna de Moss Eisley) y las tan socorridas escenas de potas (brutal).
No es de extrañar que gente como Sean Penn se hayan rebotado con la película diciendo que se toman a coña temas demasiado serios (y seguramente porque le hacen quedar como un tonto), pero es que siempre lo han hecho así. La película hay que verla sin prejuicios y con la intención de echar unas risas porque para eso cumple con creces. A fin de cuentas más vale reírnos de determinadas cosas de vez en cuando en vez de amargarnos con las penurias del mundo.
Lo único malo de esta clase de películas tan desfasadas es que requieren una duración no muy larga porque si no uno termina por cansarse de ver el mismo tipo de coñas durante tanto tiempo. La película en eso cumple y limita a la hora y media de rigor aunque sigue haciéndose un poco larga.
No pasará a la historia y las marionetas, por muy logradas que estén, no tienen la misma expresividad que los personajes de South Park, que siempre resulta importante. Una película para ver en grupo y pasar un buen rato escuchando y viendo burradas de todo tipo. Y por supuesto, si aún hay algún padre despistado (en South Park ya vi alguno): ESTA NO ES UNA PELíCULA PARA NIÑOS.
