Después de una importante carrera como director teatral, el inglés Sam Mendes se incorporó en el cine con dos interesantes películas, American Beauty y Camino a la Perdición, dejando bien claro su buen hacer a la hora de dirigir actores y crear planteamientos visuales originales que luego han sobrevivido mejor incluso que sus películas. Jarhead (Cabezabote) es una extraña película que se sale totalmente de lo que podría haber sido una línea autorial lógica en la carrera de este director. Narra la historia de Swofford, un joven con ciertas aspiraciones que termina alistado en el cuerpo de Marines donde será instruido en una disciplina y dureza que se revelan absurdas durante las operaciones de las que forma parte en la Guerra del Golfo, convertidas en una larga espera para muchos soldados, sin que nada relevante para su misión suceda a su alrededor.
Partidito con los colegas.
La película es demasiado irregular en sus planteamientos, con una primera parte que puede resultar un poco lenta, por no decir vista y que rememora incluso de forma explícita películas bélicas como La Chaqueta Metálica, Apocalypse Now y la más reciente Tres Reyes con la que tiene bastantes puntos comunes. Mendes quiere construir un relato en primera persona usando como en sus películas anteriores el recurso de la voz en off que apela directamente a un oyente imaginario y que en esta ocasión intenta dar cierto empaque reflexivo a una narración por lo demás de lo más convencional y hasta cierto punto, plana. Después del visionado del film es difícil saber exactamente que pretendía contarnos el director, porque si bien había que mostrar la paradoja de la inactividad de los soldados en el desierto, quizás habría que haber dotado de mayor relieve a los personajes, que sin embargo resultan tan pobres como la acción, y una cosa es que sea una película sobre lo poco que pasaba en el desierto, y otra, que la película en sí no tenga elementos interesantes que poner en juego y hagan creíble lo absurdo de la situación que viven los soldados. No obstante, resulta inteligente la crítica soterrada que se hace al aparato militar estadounidense, por su falta de valores y sobre todo, por ser casi la única vía de supervivencia para minorías con pocos recursos como puedan ser los hispanos, delincuentes o personas sin formación.
Fiesta con gorrito y metralleta.
Conforme avanza el metraje, la película remonta el vuelo con algunas escenas muy interesantes como la del protagonista sentado junto a varios cadáveres calcinados que sin embargo nunca llegan a conmover ni empatizar directamente con el espectador por la deliberada frialdad del discurso fílmico, lo que perjudica unas interpretaciones que si bien son correctas no están a la altura de los trabajos anteriores del director. El intento final de buscar el lado humano de los soldados entre tanta irracionalidad resulta en parte fallido sobretodo en lo que se refiere al protagonista, cuyo dibujo a lo largo de la película ha sido muy difuso, dando una de cal y otra de arena, sin que hayamos finalmente entendido qué pasa por su cabeza.
Respecto a los aspectos técnicos del film, la fotografía y efectos son bastante atractivos, si bien similar a la mencionada Tres Reyes. Para la banda sonora parece ya indispensable en un film bélico un buen puñado de canciones, alguna de ellas ya machacadas antes en el cine, junto a algunas breves pero acertadas intervenciones del compositor habitual de Mendes, Thomas Newman.
Jarhead es pues una película de buena factura, aunque incómoda de afrontar. Si bien se sitúa por encima de la media del panorama actual, está muy por debajo de los trabajos de su director, cuyos geniales rasgos autoriales parecen haberse desvanecido. Intentar mostrar que pasa cuando no pasa nada no era tarea fácil, pero al menos tendría que haber tratado que los vacíos en la acción fueran ocupados con un discurso narrativo más profundo y un mejor desarrollo de los personajes que hubiera hecho comprender el sinsentido de la contienda bélica.
Jesús Manuel Rubio.
