Esperada como agua de mayo, aunque ha ido perdiendo fuelle según se acercaba la fecha de estreno, por fin llega Superman Returns, el regreso del hombre de acero a la gran pantalla, con Bryan Singer en la dirección y con una trama que se sitúa cronológicamente después de las dos primeras entregas de Richard Donner y Richard Lester (las únicas decentes, la del superordenador y la de la versión nuclear del rubio de Modern Talking dan grima).
No soy especialmente forofo de las adaptaciones de Donner y Lester, hay cosas en ellas que me gustan mucho (el héroe y su relación con Lois Lane, Zod y compañía) y otras que nada (Lex Luthor en modo payaso de feria), pero reconozco que se me ha encogido el corazoncito con los títulos de crédito y la música mítica de John Williams, el único compositor que ha sido capaz de, manteniendo su estilo, crear sintonías totalmente reconocibles y diferenciadas entre si en decenas de películas.
A pesar de los años ella le sigue poniendo bruto.
A partir de ahí asistimos al avance de dos tramas paralelas que se unirán en el último tercio de la película. Por un lado el regreso del héroe, que tras viajar e intentar ver Kriptón, vuelve a un mundo familiar pero donde muchas cosas han cambiado, Lois Lane tiene pareja y un hijo. Por otro lado Lex Luthor roba los cristales de la guarida de Superman con intenciones de crear con ellos un nuevo continente con el que amasar fortuna.
La película se centra más en la relación entre Superman y Lois que en el malvado plan de Luthor, que aunque presente durante toda la peli, sólo se hace importante al final. No es una gran película de acción y posiblemente la mayor pega de la misma es que la trama “luthoriana” no sea especialmente intensa. Una pena, porque a pesar de mantener cierto grado de comicidad en el enemigo, este es mucho más acertado y sereno que en versiones previas donde era más una caricatura hiperexagerada del villano y sus esbirros. Kevin Spacey consigue darle el punto justo a su Luthor, mucho más irónico que histriónico (aunque tiene sus momentos).




Luthor y el cristal de la discordia.
En cuanto a Superman, Singer ha tratado a toda costa humanizar al héroe, el único del universo del cómic (de entre los populares) invencible, salvo por el siempre inevitable recurso de la kriptonita, que ya resulta cansino. Al final el momento de debilidad de Superman se debe a ese mineral, lo que hace casi siempre previsible el desarrollo último de la trama. No es que en otros héroes eso no suceda, pero cuando sólo se tiene un punto débil, es difícil improvisar.
Personalmente me quedo con el comienzo de la película, donde la presentación de Luthor es inmejorable, y con el rescate del avión, lo más espectacular de la película. Hay algunos momentos con sentido del humor que aligeran un poco la historia, que también se agradece. Pero para bien o para mal, lo central aquí es el regreso de Superman a la vida de Metrópolis y a la de Lois Lane, y también la sorpresita que se lleva al final.
En cualquier caso es una película correcta, entretenida a pesar de su duración, y que consigue devolvernos a buen nivel al héroe por excelencia (aunque no mi preferido, ni mucho menos). No creará legión ni mucho menos, pero tampoco creo que defraude, entre otras cosas por el respeto a la imagen ya clásica de Christopher Reeve y a sus antecesoras.

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