Robert Angier (Hugh Jackman) y Alfred Borden (Christian Bale) son dos jóvenes aprendices de mago de finales del siglo XIX que trabajan en Londres como ayudantes en el espectáculo de un famoso ilusionista. Tras un desgraciado accidente, Angier y Borden comienzan una rivalidad que irá en aumento a lo largo de los años y que se volverá más y más encarnizada cuanto mayor éxito obtengan cada uno en sus respectivas carreras como magos.
Por si no teníamos suficiente con Memento, con la infravalorada Insomnio o con la mejor peli que se ha hecho sobre Batman, aquí llega de nuevo el tito Nolan para abrirnos el ojete y metérnosla doblada una vez más.
La historia de The Prestige está contada a través de varios hilos argumentales que siguen distintas líneas temporales hasta que en la parte final de la peli se pliegan. Todos conocemos a Christopher Nolan y su obsesión por contar las cosas “desordenadasâ€. Hay gente que critica este aspecto de su cine y que opina que de esta manera lo único que consigue es liar la historia, ralentizarla y confundir al espectador. En mi opinión, esta es una de las mejores cosas que tiene Nolan y que más complicadas me parecen de hacer ya que de esta manera controla el suspense y la percepción del público. Escoge perfectamente las escenas que saltan a través del tiempo para conseguir que te enteres de qué va el rollo justo cuando él quiere, es un verdadero mago.
Amigos en el pasado.
En este punto, quería aprovechar para opinar sobre algo que lleva tiempo rondándome la cabeza, y es que hay algunas películas que mezclan varias historias con un par de simples y débiles puntos de unión, algo que me parece que podría hacer cualquier niño de 4 años, y cuya estructura se valora infinitamente más aunque sean un verdadero coñazo y caigan en los típicos temas de compromiso social-mundial tan fáciles de alabar. No lo entiendo.
La historia puede resultar un poco larga pero yo creo que no baja el ritmo en ningún momento, te mantiene pegado a la butaca durante todo el metraje ávido de obtener más y más información. Al principio puede parecer una simple escalada de rivalidad entre los dos magos, pero a medida que transcurre la peli va adquiriendo cada vez un mayor toque de oscuridad con ciertos tintes macabros, otro de los sellos característicos del director.
Con alguien así de por medio, es difícil no querer destacar.
Las interpretaciones también son un punto fuerte, Christian Bale, anteriormente había hecho Batman junto con Nolan y sabíamos que ese carácter un tanto siniestro que desarrolla Bale (en American Psycho mola un huevo) iba a cuadrar perfectamente con el personaje que interpreta. La duda estaba en Hugh Jackman porque el tío, un día se marca una comedia romántica junto con Meg Ryan y al día siguiente se enfunda la barba y las garras para plantarle cara al mismísimo Magneto. Las dudas se disipan al instante porque es un actor como la copa de un pino y está claro que vale tanto para un roto como para un descosido. Bale y Jackman lo clavan y desarrollan una evolución brutal de sus dos personajes a lo largo de la peli. Scarlett Johansson (Olivia Wenscombe) no tiene excesivo protagonismo pero está genial cuando sale y de Michael Caine qué vamos a decir a estas alturas. Mola también la pareja que forman David Bowie y Andy Serkis como Niccola Tesla y su ayudante, y aunque Bowie no sea un gran actor su presencia natural tan enigmática le va muy bien al personaje.
La parte final de la peli es una pasada y está llena de giros desconcertantes y explicativos al mismo tiempo, pero como supondréis hay un truco final. El caso es que lo ves, sabes que hay truco, sabes donde está, estás a punto de descubrirlo pero al final te la clava y en tu mente puedes ver a Christopher Nolan tocando un violín imaginario, con grandes piños, un sombrero de copa y tarareando : “Chia-na-niáaaaaaaaaaa†que me parta un rayo si este tío no es un genio.
P.D.: Y encima la canción de los créditos es de Thom Yorke. ¿Qué más se puede pedir?
