Para cuando, en la última media hora, Los Abandonados pierde el poco sentido que tenía para irse completamente por la borda, no hemos sido testigos de mucho que nos lleve a lamentarlo. Si bien el film de Nacho Cerdí es ligeramente mejor que bazofias de temática similar procedentes del Lejano Oriente (y posteriormente remakeadas en Estados Unidos, con resultados generalizadamente peores, si es posible), Los Abandonados no es más que la típica producción Julio Fernández dotada de un nivel técnico de primera y un guión de quinta, atiborrada de sustitos y golpes de efecto que serían mucho más efectivos si realmente fueramos capaces de discernir por un momento qué diantres está pasando en ese plano en el que apenas se ve un pijo.
El principio del film nos informa de que la productora de cine Marie Jones (Anastasia Hille, una actriz muy convicente y con mucha presencia que es, con toda facilidad, lo mejorcito del film) viaja a Rusia para enterarse, nada más llegar, de que ha heredado una granja donde Cristo perdió la boina. Productora de cine o carnicera, no importa mucho porque el dato no es relevante: simplemente se limita a dar un poco de información sobre sí misma, discutir con su hija por teléfono y, directamente, ir al lío, bajo la presunción (en la mayoría de los casos errónea) de que nosotros espectadores ya hemos simpatizado con ella. Simpatizar o no da lo mismo en este tipo de género. Alien no es precisamente un estudio shakespeariano de personajes, y no lo pretende. Pero si lo vas a intentar, casi sería mejor currarselo un poquito más, de lo contrario, nos importará un soberano pepino cualquier mal que le suceda de ahora en adelante (que le sucederá, no os quepa duda).
“Me voy a cazar fantasmicas”
Ah, recordad que como es un film de terror, todo el mundo da grima, ya sean pueblerinos o conductores de coche, todo el mundo está completamente acojonado y resulta, por ende, amenazador. Pensad en ello para vuestros próximos proyectos mientras contempláis el despliegue sin fin de fotografías escénicas que nos regala la película bajo la ” música ominosa” que anticipa que el lugar, también, es muy peligroso y que si hay algún sitio donde existen fantasmas, es ESE. Que te tiene que acojonar TODO, vamos. Sin embargo, a partir de la llegada a la granja (sucia, abandonada, sin luz, oxidada, guarra, etc…) el film mejora y mucho cuando se dedica a explorar los recovecos de la enorme casa, tan grande que nos tiramos como diez minutos acompañando a la chica con la linterna, con hábiles movimientos de cámara, antes de que por arte de magia, aparezca el otro protagonista del film, Nicolai (el siempre seguro Karel Roden, con pinta de no saber muy bien qué hace ahí). Por supuesto que nos explican las razones por las que ha llegado a la casa, pero lo que no nos explican después es su tendencia a aparecer y desaparecer de forma tan arbitraria. Ahora está, ahora ya no está. Listo.
A todo esto, llevamos como media hora / tres cuartos de película y todavía no hemos llegado al meollo de la cuestión. Evidentemente, se trata de una intriga y el argumento se va revelando poco a poco, lentamente (muuuuuuuy lentamente). Desvelando lo menos posible, digamos que el film se enmarca en el ámbito de lo sobrenatural, que es el equivalente de que la lógica se va perfectamente a tomar por el culo. Todos aquellos que, como yo, habéis soportado Los Sin Nombre o la putrefacta Darkness os daréis cuenta de por donde van los tiros porque os aseguro que estas dos películas van a estar en vuestra cabeza a lo largo de todo el metraje. Hay una explicacion para los extraños acontecimientos que suceden en la casa, sí. Lo que no se nos explica muy bien es la mecánica de su funcionamiento: tiempo y espacio se van a jugar al fútbol un rato mientras el film se atiene firmemente a la maravillosa justificación del “porque sí”. Agujeros que aparecen y desaparecen “porque sí”; sales de la casa, cruzas un lago y te vuelves a encontrar con la misma casa “porque no quiere que los protagonistas se alejen de ella”, según nos cuenta el film; personajes que actúan de forma completamente desquiciada en momentos puntuales “porque sí”… llegados a este punto, nos hemos dado cuenta de que Los Abandonados es más una pura exhibición técnica que una película. Y los veinte minutos finales son tan disparatados e incomprensibles que no hacen sino subrayar esta idea (sin destripar: ojo con el notario).
Junto con Hille, el único victorioso de este brete es Nacho Cerdí , el director, (correctísima puesta en escena, hábil dirección del suspense y dirección de actores); Nacho Cerdí , el guionista, junto con Karim Hussain y Richard Stanley se merecen un cate así de gordo, por no atar las increíbles proposiciones con las que juega la historia tan innecesariamente retorcida que merece realmente pasar a formar parte como miembro honorario del género creado por el sr. Balagueró, del que renegó recientemente con la más sólida Frágiles tras descubrir que los sustos dan verdadero miedo cuando hay una base (guión) sobre la que asentarse. Y si la base tiene sentido, mejor que mejor. Pero por lo menos, que exista.  Â
LO MEJOR
La puesta en escena de Cerdí  y Anastasia Hille, escasas razones para salvar este film (que funciona cuando juega con el suspense y mete la pata cuando introduce golpes de efecto: tiene un par de sustitos por ahí, que funcionan, por el ruido que hacen, vamos)
LO PEOR
Si tiene sentido, no lo pillo.

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