Hace cinco años que dejé de ver Los Simpson de forma habitual, y ya no me acuerdo de si me pasé a Padre de Familia porque estaba harto de ver personajes amarillos o por Stewie Griffin. Pero no fue porque la serie de Groening perdieran su gancho, eso seguro. Cualquiera de los mejores capítulos de Los Simpson dan ciento y raya a la crema de la crema de McFarlane y compañía, y huelga decir que no tienen ni punto de comparación con el 90 por ciento de la basura que echan en Cuatrosfera a las dos de la madrugada. A lo largo de los años, sólo South Park ha logrado mantener el tirón, el mismo que se cobró la vida de Futurama cuando la mayoría de los espectadores descubrieron que no, no se trataba de Los Simpson en el Espacio (en realidad es eso y mucho más, pero no nos preocupemos fans, porque salen cuatro pelis de Fry y compañía en DVD. Otra cosa es que lleguen a España).
Había que mencionar a South Park porque Los Simpson, La Película, tiene los mismos pros y los mismos contras que la adaptación a la gran pantalla de la serie de Parker y Stone: se nota que se han trabajado los mejores gags para el cine, y el nivel técnico sube el listón de una forma exponencial, pero madre mía lo que sufren ambos films para alargar su trama más allá de la primera media hora. En el caso de Los Simpson, los primeros treinta minutos son brillantes: Springfield luce mejor que nunca gracias a la incorporación del ordenador a la animación en dos dimensiones. Es similar a la técnica empleada por Futurama, pero mucho más fluida, con una cámara se desplaza libremente por el escenario, además la atención por el detalle es brillante y los personajes están perfectamente sombreados e integrados en el escenario. Nunca lucieron mejor. Pero más aún: por primera vez que recuerdo en mucho tiempo, Los Simpson parecen estar dispuestos a ofender y Bart, piedra de toque de la serie, está prácticamente desatado (ojo al momento de la botellita de güisqui y a la descojonante relación paterno-filial con Ned Flanders, en general, y con su cacao a la taza, en particular). Encima, los mejores guiños a los mejores gags de la serie están ahí, incluyendo el siempre bienvenido cerebro de Homer. Mi favorito.
Buenas ideas que siguen y siguen, porque Los Simpson: La Película está concebida como una aventura de acción. No estaba muy seguro de si iba a funcionar semejante plan (al fin y al cabo, Los Simpson es una sátira de la vida urbana y creía que sería mejor dejar los saltos y los guantazos para los beat ’em up de Konami), pero es justo la inyección que la película necesita: comedia frenética de leches sobre Los Simpson contra el Gobierno estadounidense (así en breve: Homer provoca un desastre ecológico que provoca que Springfield se quede aislada del mundo, mientras la EPA –la agencia de Protección Civil– toma las riendas de la situación, dirigida por un desequilibrado que actúa a las órdenes del presidente… bien, éso tenéis que verlo). Nada de lo que extrañarse teniendo a James L. Brooks, al propio Groening, a Mirkin, a Milch, a Maxtone-Graham, Scully y, en general a la crema de la crema: un grupo de guionistas que conoce el material como nadie, tan compenetrados que nadie diría que hay…once de ellos escribiendo como locos.
Todo ésto hasta el minuto treinta, más o menos. El mantel y los platos están listos y sólo falta servir la comida. Entonces, sin que se vea venir, la película comienza a decaer. No, no digamos decaer. Digamos que alguien tira del freno de mano porque la acción se detiene en seco y Los Simpson vuelve a hablar de lo maravillosa que es la familia y de permanecer unidos ante las adversidades. Es decir: Disney. En descargo del film, la sensación que produce ver este bajón en pantalla grande es similar a los capítulos de la serie donde Homer Simpson pasa de ser Al Bundy a convertirse en Atticus Finch sin solución de continuidad, impulsado por Marge, motor moral de la familia. El segundo acto de la película es un pastiche de los últimos diez minutos de cualquier capítulo de la serie que haya terminado con la familia abrazada en el calor de su hogar. ¿Son Los Simpsons? Hombre, sí: siempre queda el elogio de la gran familia americana, por encima de todo, y a pesar del bajón, algunas soluciones visuales son magníficas, pero uno termina echando de menos a Conan O’ Brien, el único capaz de equilibrar como nadie moralina con mala leche y bizarrismo.
Otro de los puntos débiles del film es su tendencia a honrar el universo que ha creado, es decir: intenta meter a todos los personajes secundarios y tras veinte años éstos bien podrían ser perfectamente más de un centenar. Flaco favor el que se hace a mis favoritos, en particular a Moe. Y, coño, el actor secundario Bob no aparece por ninguna parte. ¿Qué clase de trama de suspense y acción no incluye a Sideshow Bob entre sus filas?. Sin olvidar esos momentos en los que el pueblo de Springfield se convierte en la típica masa desquiciada donde todo el mundo parece compartir la misma opinión y los personajes individualizados pierden todas las características que les hacen distintos. Eso, amigos, es una perfecta chorrada que te hace perder gran parte de la crítica que tanto te has molestado en construir. Mecánico. O qué mas da, en el fondo.
¿Sabéis qué?. Al peo. Esta película no va a matar a nadie, ni a arrancar los pelos de la cabeza a los fanáticos. Y desde luego que se sitúa muy por encima de la media en lo que a la animación actual se refiere: aún a medio gas, Los Simpson, La película es bastante mejor que Shrek Tercero o similares castañas CGI completamente vacías, absolutamente mecánicas para cubrir el cupo. Y hasta puede que se lleve una nominación al Oscar a la mejor peli animada (porque Ratatouille se va a llevar el Oscar a la Mejor Película, sin discusión, sin polémica, sin indignación: se lo va a llevar porque es el mejor film del año –¿de la década?–, en lo que es una exhibición de cine como forma artística popular llevado a sus más altas cotas de…de…arg, mejor lo dejamos para la semana que viene). La pantalla grande no ofrece nada que no te den tres capítulos seguidos en Antena tres. Pero sirve para demostrar una cosa: si bien no alcanza las cotas de maravillas como “Homer va a la Universidad”, “El Flameado de Moe”, “Marge y el Monorrail” o “22 Cortos sobre Springfield”, a éstos les queda cuerda para rato, pero no vendría nada mal un lavado de cara. Diecinueve años se cobran un precio.
LO MEJOR
La media hora inicial. Y con todos sus baches, el film es entretenido a lo largo de todo el metraje. Qué menos.
LO PEOR
Algo habitual: bajón y remontada con clímax espectacular. Y rematadamente fácil. En general, sensación de “ésto ya lo hemos visto en la tele”. Poquísimas concesiones artísticas o destellos de humor genuinamente creativos (coño, véanse vídeos).
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http://www.paula.com.ar. paula camerucci