Porque es muy posible que el casting sea demasiado blaaaaando (en especial su protagonista, un de todas formas voluntarioso Michael Stahl-David). Uno se puede dar cuenta, también, de que el film va a la deriva en ocasiones, intentando desarrollar una historia de amor que nos importa no una, sino dos mierdas. Puede ser discutible el argumento de rodar el film desde la perspectiva de una cámara en mano –porque sinceramente, ¿quién sigue grabando cuando un bichardo de doscientos metros de altura te echa el aliento en el cogote y no cobra por ello?–. Pero publicidad viral, criatura bochornosa y moñadas aparte… cuando Monstruoso juega a lo que sabe, cuando se convierte en una película que desea transmitir urgencia, pánico y confusión, es entonces cuando realmente descubre lo que es: un taquillazo bien medido, nunca ofensivo y por lo general, entretenido del copón.
Entrenido a partir de la media hora, porque antes nos hemos tragado una historia previa con la que ni siquiera Michael Bay podría sacar petróleo. Jóvenes de 30 años rollete Friends se reúnen en un piso para despedir a Rob, que se va a Japón a trabajar y mecagoenlaleche, resulta que nunca le dijo a Beth que la quería, pero ahora Beth se ha echado novio y su relación ha pasado a un plano amistoso a pesar de que el hermano de Rob, la novia del hermano de Rob y el mejor amigo de Rob están “venga, tío, habla con ella que la tienes ahí y que tal y que cual, y ah, mira el bicho que acaba de salir del mar,…”
La hora siguiente es frenética. Es interesante determinar el tono del film, porque aunque no escatima en violencia, no está concebido como un film de terror. Me pareció un suspense con el toque justo de gore como para satisfacer ligerísimamente a los aficionados hardcore gracias a sus pequeñitos e inesperados fragmentos de repugnancia, pero generalmente adaptado a los gustos de la audiencia más multitudinaria. Donde Monstruoso se supera es en lo que realmente cuenta a la hora de hacer una monster-movie: las escenas de destrucción urbana. Huelga decir, ésto no es Godzilla. Todo lo que sucede (y aquí llega el gran triunfo del recurso de la videocámara) lo vemos en silla de ring, más al estilo de lo que Spielberg realizó con La Guerra de los Mundos que el formalismo (e ingentes cantidades de ridiculez inconcebible) que se cascó Roland Emmerich allá por el 98. Este sistema, como mencioné antes, a veces juega en su contra, y creo que otras películas le han sacado mejor partido, pero cuando debe funcionar, funciona: es más interesante sugerir que mostrar y en este caso le debemos al tipo que maneja la videocámara su torpeza: Monstruoso es mareante (quizás demasiado), pero más de una vez vamos a entornar los ojos para intentar dilucidar lo que estamos viendo, por curiosidad y por agarrarnos a algo, porque nada da mas miedo que el terror que no se ve. Creo en esa regla y el film de Matt Reeves  la sigue al pie de la letra a lo largo de casi todo el metraje, con la inestimable colaboración del gran montador Kevin Stitt.Â
Mientras es el espectador (o sea, vosotros) quien decide si la película consigue el propósito de transmitir la sensación de caos y miedo que se genera a partir de un evento tan traumático como ver a un megabichardo rascarse la espalda contra el Empire State, es innegable que hace muchas cosas bien para captar ese ambiente. Una cosilla: en el entorno en el que viven los estadounidenses hoy en día, es inevitable que algunos sectores dominados por una poco saludable dosis de paranoia hayan hecho alguna referencia al parecido de alguas escenas con la tragedia del 11-s. Por lo general, Monstruoso no realiza referencias machachonas en ese aspecto, pero es un entorno creíble y algunas imágenes y un breve comentario remiten realmente a ese momento. Digo ésto por si alguien tiene curiosidad o si había leído antes algo al respecto, pero el caso es que la película no pierde el tiempo con ello. En líneas generales, y esto es lo que importa, hay muchos momentos en los que el film me vendió la sensación de “estamos ante el fin del mundo” gracias a sus resultones efectos especiales, la variedad de sus situaciones dentro de un esquema bastante rígido (básicamente: huyamos de aquí a toda leche) y al realismo que desprenden algunas de sus imágenes, sacando partido de un escenario desolado y con algunos destellos de inteligencia que dan lugar a secuencias de acción muy interesantes. Lástima que el film no quiera fascinar (como la primera hora de Soy Leyenda), pero hacer una película con unos 60 minutos tan infernales como éstos termina cobrándose su precio.
Y en lo que se refiere al guión, nos vamos a encontrar con algunas incongruencias. Es inevitable y hasta podemos pasarlo por alto porque, en el fondo, sirven para hacer avanzar la película. Lo mismo se puede decir de sus personajes, que no ofenden salvo el puñetero colega que lleva la cámara, que funciona como alivio cómico y que habla, y habla, y habla… y luego habla más. Pero por ejemplo, Lizzy Caplan no hace pero que nada mal y Odette Yustman es la última preciosidad que se han sacado de la manga. El caso es que son la viva expresión de lo que es el film: rápido, ruidoso, caótico, a veces inspirado pero sin llegar a impresionar vivamente. No obstante, mientras dura el viaje, un servidor estuvo por momentos completamente entregado. Sin olvidar la tremenda campaña de promoción viral padecida por los estadounidenses, afortunadamente reducida en nuestro país, es de agradecer que Monstruoso sea algo más que la simple culminación de una gigantesca campaña publicitaria, pero al igual que su criatura (de lo más Power Ranger, por cierto) no vamos a recordarla durante mucho tiempo. Â
PD: Una cosilla con semispoilers…el plano final del film, que nos muestra el mar, resuelve, en su esquina superior derecha, una importante incógnita de la película que es fácil pasar por alto, por eso os lo digo. Que disfrutéis.Â
PD2: El film carece de banda sonora, pero la pieza de los títulos de crédito finales, llamada ‘Roar’ (Cloverfield Overture) y compuesta por Michael Giacchino (Ratatouille, Perdidos) es extraordinaria.
