No habré dado la brasa veces y veces con lo que me gusta Shyamalan. Alguno hasta pensará que tengo una foto suya en la cartera para mis momentos de alivio personal… pero sé reconocer un pufo. El Incidente es, ahora sí, su primera mala película, y cuando digo mala, no digo floja, digo mala.
La idea de partida de la película era muy interesante. Algo, no sé sabe muy bien qué, está provocando que la gente se suicide en masa en la costa Este de USA. OK. A partir de aquí todo el planteamiento de Shyamalan en la película echa esa idea por la basura.
Empezaremos por el guión. Una buena idea no vale de nada si el desarrollo está cogido con pinzas y las subtramas son de risa. En esta peli pasa eso. Se ha dicho que la película tenía un final abierto. No, falso. Se da una explicación para todo lo que pasa bastante pronto, al final del primer tercio de película más o menos, el problema es que a partir de ahí, todo el desarrollo que Shyamalan hace de esa teoría está en boca del protagonista, el profe de ciencias de instituto, que parece un premio Nobel con cada especulación que hace, algo que como no se sostiene, va siendo reforzado por los partes televisivos y radiofónicos que escuchan a lo largo de la peli. Si digo la teoría, creedme, no desvelo nada vital para la peli, porque el dilema no está ahí (no sé donde está). Aquí va: Las plantas, como reacción al agresivo desarrollo del hombre, han empezado a segregar una toxina que se transmite por el aire y que anula el instinto de supervivencia de los hombres, provocando impulsos autodestructivos. Las fases las explican muy bien al principio: primero dificultad en el habla, luego desorientación y al final muerte. Me parece bien, me creo la idea aunque no sea menos forzada que la que podía ofrecer Roland Emmerich para justificar que el mundo se vaya al traste en a penas un par de días en El Día de Mañana. Pero si a partir de ahí, para justificar la huida de los protagonistas de un sitio a otro empiezas a enrevesarme la idea con detalles tontos me empiezo a irritar. Sobre todo si al final me haces eso que siempre toca los huevos en cualquier peli, sacarte el final de la manga (aunque 5 minutos antes me pongas a un tipo en la tele diciéndome qué puede pasar, te lo has sacado de la manga), el “deus ex machina” que tanto gusta poner en muchos textos. ¿Por qué acaba así? Porque sí. Para que la resolución de una película funcione, a lo largo de toda ella tienes que ir sembrando pequeños detalles que den sustento al mismo, que lo haga coherente. En las anteriores pelis de Shyamalan eso pasaba (El Sexto Sentido es el ejemplo perfecto, pero también valdría Señales, El Protegido o El Bosque), aquí no. Shyamalan decía que había hecho una película sencilla, pero en realidad es simple, que es distinto. Shyamalan en cualquier caso ha ido haciendo cada vez guiones más flojos, siendo el de La Joven del Agua el más crítico, porque aunque funcionaba, iba adelantando los sucesos a través del cuento, algo que no es habitual. Aquí es que directamente no se ha preocupado de dar consistencia a la historia, y siendo además la única que se aleja del género fantástico, ya que aquí no hay nada mísitico que pueda justificar las cosas, pues la cagada es aún mayor. Y para colmo al final nos mete una vieja locatis (pero no por lo que pasa fuera) que no sabemos qué cojones pinta, salvo que sea un elemento para dar intensidad a una historia que no la tiene por ningún lado.
Los diálogos, además, la mitad de las veces son chusquetes. Hay escenas que están planteadas para dar risa, pero realmente rompen la peli. Primero, porque no hacen gracia (si acaso la de Wahberg y la planta), y segundo, porque no es que sean un contrapunto al drama, sino que simplemente no cuajan con el tono general de la peli, que sea el que sea, desde luego no es la comedia de situación.
También a nivel de guión, al igual que en sus anteriores películas, el protagonista tiene una “habilidad” u oficio que pasa de ser accesorio a vital. Sólo que aquí volvemos a lo del fantástico. No hay una mitología que haga creíble que un profe de instituto, que se suelen limitar a dar su temario y poco más, sea el nuevo botánico del año. De repente sabe de plantas, de toxinas, de su forma de propagación en el aire, etc. No es creíble.
Pero si el guión es una cagada, el problema es que la dirección termina de hacerlo trizas, es más, posiblemente de otra forma la peli se podría haber sostenido mejor. Y es una putada, porque si algo es Shyamalan, es un director de primera línea. Sus películas suelen ser bastante minimalistas, no tienen complicados montajes ni rollos efectistas salvo los que pide la propia historia. Aquí Shyamalan ha primado su estilo sobre lo que la historia pedía. No puedes hacerme una peli de planos elegantes y minimalistas cuando al final me estás contando cómo unas personas huyen de la hierba, porque al final es así. El principio es bueno, con los primeros suicidios en masa. Tiene su punto gore y estremecen bastante. Son todos los que salen en el trailer. A partir de ahí el plano más emocionante es el de una pradera en la que el viento forma hondas, o el de unas ramas moviéndose. No jodas, Shyamalan. No puede ser que la gente se asuste de un plano que en cualquier otra peli se usa de transición. No digo que me saque a las toxinas flotando y entrando en las narices de la gente, eso se lo dejamos a Timur Bekmambetov, pero seguro que había algo mejor que “Plano detalle de ramas movidas por el viento”. Al final la planificación es más simple que el guión, no funciona, y no puede ser que la escena más emocionante de una peli esté al comienzo de la misma.
La planificación mal, pero el remate final y definitivo son los actores. No es que Wahlberg sea mi ídolo, pero se nota que aquí la cagada no es de los actores, sino de cómo están dirigidos. Por algún motivo Shyamalan en esta peli ha pedido a sus actores un acarajotamiento absoluto. El mundo se va a la mierda y lo más que se ve es a Wahlberg frunciendo el ceño. Si hasta hay un momento totalmente absurdo, cerca del final, donde a la niña de la peli, con las circunstancias que tiene encima, la señora locatis le pega un hostiazo en la mano por intentar coger una galleta en la mesa, mientras todos cenan, y nadie parpadea, salvo el público, porque esa leche suena más fuerte que la gente que se estampa contra el suelo al principio. El único que se salva un poco es John Leguizamo, que parece que es el único al que le corre sangre por las venas. Los demás, carapalo, y quizás algún pucherito, pero no mucho, no vaya a ser que nos emocionemos. Hay secundarios de 30 segundos con más interés que los protas, entre los que además hay un conflicto de pareja tontísimo que al principio parece que fuese a ser un trauma del carajo.
Sinceramente, admiro a este director, pero no puedo recordar una sola cosa, a parte de los suicidios del principio y la música del siempre genial James Newton Howard, que puedan recordarse como buenas en la peli. El guión está lleno de cosas absurdas (la cincuentona con iPhone, los perritos calientes, el guantazo de la galleta, la señora que pone el móvil con altavoz en plena crisis, la escena “método científico”…), la dirección no acompaña nada a la historia y los actores son la sosez absoluta en una situación, que creo que pondría a cualquiera al límite. Un pufo, y una decepción viniendo de quien viene.
P.D.: Por cierto, el doblaje es aún más soso.
