La película traerá cola, porque la historia que ha adaptado Javier Fesser en su nueva película, Camino, es la de Alexia González-Barros. Como os comentó Mary Carmen hace unos días, la película se estrenará en a penas dos meses en el Festival de San Sebastián, donde compite en la sección oficial, y entonces veremos las reacciones.
De todas formas Fesser ha hablado para El País y ha dejado claro que la película no es la vida de Alexia, sino que parte de su caso, que le interesó hace muchos años, para mezclar realidad y ficción en una historia que no pretende censurar o criticar las creencias de unos u otros, pero sí a quienes se empeñan en que pienses como ellos: “Es una película de personajes de carne y hueso, de ideologías, de posiciones diferentes ante la vida, de puntos de vista a veces tan enfrentados que, al convivir, destapan sus contradicciones”.
En la película veremos a Camino, una niña que acaba de conocer lo que es enamorarse, se enfrenta a su vez a una enfermedad que acabará con su vida en poco tiempo. Perteneciendo a una familia del Opus Dei, será la madre quien le marque los pasos durante ese proceso, y será la persona que le enseñe a afrontar el cáncer como una bendición de Dios, por contradictorio que parezca. Según Fesser es una película que busca la riqueza que da la diversidad de ideas y que también trata de sacar a la luz las dudas que a la mayoría de gente le asaltan ante cosas de este tipo: “Los sueños y las pesadillas de Camino son tan reales como lo que vive cuando está despierta. Son una forma de desinhibir a una niña que está programada para hacer otra cosa. Es entonces cuando aparecen esos miedos tan profundos y esas dudas que jamás se atrevería a explicar despierta (…) A mí también me pasaba de pequeño. Yo no entendía, cuando iba a misa los domingos, cómo podía haber un Dios tan bueno, en ese cielo tan azul, al lado de esos santos acribillados a flechazos. Te venden el mundo religioso como algo luminoso cuando está lleno de puntos oscuros y tenebrosos”. Por eso Fesser se posiciona más con el padre de la niña, que ante semejante papelón no sabe bien cómo afrontar la situación.
Fesser además también dice que no ha buscado la polémica, que se ha documentado con muchas familias que viven dentro de la doctrina del Opus Dei, y que aunque su forma de entender la vida es opuesta a la de ellos ha sido escrupuloso a la hora de respetar la realidad que ha investigado durante meses: “No he desmontado ningún mito en torno al Opus Dei. Es algo de lo que todo el mundo habla o ha oído hablar. He hecho una radiografía por dentro y las radiografías no mienten. Es lo que hay dentro, y si a alguien le duele no es problema nuestro. Yo he sido respetuoso y objetivo con todo ello pero también muy directo”.
Actualmente Alexia, la niña real que ha servido como base para la película, está en proceso de beatificación y su historia ha servido de ejemplo para muchos creyentes y una página en la red sirve de apoyo para los mismos. Aunque no puedo evitar pensar que en todo esto siempre hay quien se aprovecha, aunque no lo haga con mala intención, pero a fin de cuentas Alexia es una mártir contemporánea, un reclamo para la Iglesia y para el Opus, y quizás es ese aspecto, también reflejado en la película, el que pueda sacar a la luz ciertas susceptibilidades. De todas formas también me ilusiona ver el enfoque de Fesser ante esta historia, porque donde otros marcarían claramente su posición política (algo totalmente legítimo, por otro lado, pero con una clara intención moralizante, del color que sea), él ha tratado de mantenerse neutral al margen del interés por el caso concreto de la niña. La ideología es parte de cada uno, pero no tiene por que reflejarse siempre en las historias que cuenta o en el modo de contarlas.
El trailer, que os lo hemos dejado en Cinemavip, da buena idea del tono de la película, que desde luego no parece que vaya con la intención de montar bronca, sino más bien con la idea de contar como una niña se enfrenta a dos procesos tan contradictorios, el enamoramiento y la muerte. A mí me llama bastante la atención y aunque es un cambio de registro total para Fesser, no abandona su gusto por las imágenes poderosas y por la imaginación más desbordante.