
El escaso éxito de títulos como Todo lo Demás o Melinda y Melinda, la disputa legal con su antigua productora, Jean Doumanian, y los problemas para encontrar financiación en los Estados Unidos, hicieron que Woody Allen y su hermana y coproductora Letty Aronson, que es la que controla el negocio, se fijaran en Europa, que es donde el realizador cuenta con una legión de seguidores. Su primer destino fue Londres, en donde rodó la magnífica Match Point, la tontita Scoop, y la no tan desastrosa El Sueño de Cassandra. Terminado el periplo londinense quiso recalar en París, se barajó a la actriz Michelle Williams como probable protagonista, pero ninguna productora francesa quiso pagar por los servicios de Allen. Los problemas del realizador se solucionaron cuando apareció en escena Jaume Roures, dueño de Mediapro, que junto con la Generalitat catalana y el ayuntamiento de Barcelona pusieron la pasta para que bueno de Woody rodase en la Ciudad Condal. Y de paso le dieron una serie de directrices para que no metiera la pata, ya que el director de Manhattan, acostumbrado tal vez a la imagen de la folclórica y del Toro de Osborne, por poco rueda la historia de amor y desamor de dos turistas americanas y un torero. Los protagonistas serían Scarlett Johansson, la última musa de Woody Allen, el hombre no es tonto, la británica Rebecca Hall, y dos de nuestros productos más exportables, Javier Bardem y Penélope Cruz.
La premisa es de lo más sencilla, Woody Allen no se dejó los sesos escribiendo el guión, al igual que pensando en el título de esta historia. Un par de turistas norteamericanas llegan a la ciudad de Barcelona para pasar el verano, la intención de Vicky (Rebecca Hall) es, antes de casarse con su novio en los Estados Unidos, preparar su tesis sobre la identidad catalana, siguiendo con las directrices dadas por los asesores de la Generalitat, y la de Cristina (Scarlett Johansson) buscar nuevas sensaciones. Una buena noche conocen a Juan Antonio (Javier Bardem) un pintor bohemio con pinta de chulazo que con el propósito de llevárselas al huerto se ofrecerá a enseñarles hermosos parajes. Y como estamos ante una comedia de enredo hay una serie de elementos garantizados entre ellos la aparición en escena de la ex del pintor, María Elena (Penélope Cruz) una mujer fascinante y que está como una cabra.




Vicky Cristina Barcelona es una película ligera, lúdica, divertida, que funciona muy bien en determinados momentos, y no tan bien en muchos otros, porque yo tendía a pensar en la adaptación cinematográfica de Verano Azul. Pero es ante todo un publirreportaje, y todo por culpa de una voz en off completamente innecesaria, en varias ocasiones pensé que en una de las esquinas superiores de la pantalla iba a aparecer un rótulo que pusiera “Publicidadâ€, el ayuntamiento de Barcelona invirtió una pasta en este proyecto y se tenía que vender aún más las exquisiteces de la ciudad a los turistas potenciales. Sin la presencia del narrador, tan solo mostrando las hermosas vistas fotografiadas por el gran Javier Aguirresarrobe el resultado habría sido infinitamente mejor.
La verdadera protagonista de Vicky Cristina Barcelona es Rebecca Hall, la gran revelación de esta película, está muy bien, ella da con el rol de las mujeres Allen, aunque queda un tanto descafeinada al lado de Diane Keaton o Mia Farrow. Scarlett Johansson desempeña a la perfección el papel de chica sexy en busca de nuevas experiencias, su presencia además le sirve de gran ayuda. A Javier Bardem por momentos le encontré desubicado, pero tal vez el problema sea mío ya que no me acostumbro a verlo en comedias románticas, y eso que en Boca a Boca me hizo cierta gracia. Pero la que realmente brilla del reparto es Penélope Cruz, es la que tiene de lejos el papel más agradecido, el más divertido, y ella lo sabe aprovechar a la perfección, bordándolo. Sin duda alguna prefiero a la Penélope más arrabalera, cuando se olvida de imitar a su admirada Audrey Hepburn. Pero al contrario de lo que se ha dicho no creo que sea su mejor trabajo, me sigo quedando con su Raimunda, y aunque María Elena sea el mejor personaje que ha escrito Allen para Vicky Cristina Barcelona, no ensombrece en absoluto a otros personajes inolvidables como Helen Sinclair (Dianne Wiest en Balas Sobre Broadway) o Linda Ash (Mira Sorvino en Poderosa Afrodita) por citar solo algunas de las mejores secundarias que nos ha regalado Woody Allen. Pero la culpa no es de Penélope Cruz sino de Woody Allen que en su labor como guionista no quiso esforzarse más.




También interviene Patricia Clarkson, enorme actriz que aquí está completamente desaprovechada, pero es que ella siempre sabe a poco, Kevin Dunn y Chris Messina, estos últimos absolutamente insignificantes. Y personalmente me parece poco perdonable que los actores catalanes que participaban en este proyecto no pasaran de ser meros extras, como son los casos de Joel Joan, Abel Folk o Lloll Beltrán, y que muchos de los anunciados como Mireia Ross o el gran Lluís Homar ni aparezcan.
Vicky Cristina Barcelona es con lo bueno y lo malo una película agradable y se ve con una sonrisa.
–LO MEJOR: Woody Allen nos sigue demostrando que es capaz de ofrecernos buenas comedias, aunque esta sea de lo más simple. La bellísima fotografía realizada por Javier Aguirresarrobe. La interpretación de Penélope Cruz.
–LO PEOR: La sensación de ver a veces un publirreportaje, agravada por la presencia de la voz en off que nos narraba la historia. Por culpa del uso machacón de la música, hartita acabé de la guitarrita, no dejaba de pensar en que Woody Allen aún no se había quitado de la cabeza nuestra imagen más cañí. Y completamente imperdonable que la hayan estrenado doblada.
