ORGAMOS Y PARAFILIAS
Recordar a Kubrick es rememorar algunos de los mejores orgasmos de mi vida.
No, no significa que cada vez que me ponía a disfrutar de una obra de este hombre, mi atención se desviara instintivamente hacia los placeres ocultos que la persona a mi lado me podía ofrecer, con las consecuencias lógicas de cualquier pasión desatada. Aunque sería interesante tener una experiencia semejante mientras ese viaje con ácidos de 2001 inunda la pantalla fundiendo surrealismo pop y coitos memorables.
En cualquier caso no tengo intención de comprobarlo, Kubrick me basta para tener eyaculaciones históricas sin necesidad de compartirlo con nadie. Es más, creo sinceramente que Kubrick es el realizador que mejores momentos sexuales me ha facilitado, cinematográficamente hablando por supuesto. Kubrick ha sido capaz de hacer lo que otros realizadores no han podido, provocarme una erección de tal tamaño que el mundo estalla en una bacanal colectiva. Kubrick ha logrado con su exigua filmografía, provocar un volcán orgiástico en mi interior que pocas veces he logrado sentir.
¿Admiración?, ¿fascinación?, ¿obsesión?, no lo sé, pero el día que encuentre a una mujer capaz de hacerme sentir lo que las películas de Kubrick han logrado, juro por mi honor –y no me gusta jurar en vano- que dejo de ver cine el resto de mi vida (porque tendría otras cosas más esplendorosas a las que dedicarme, para que engañarnos).
Y es que este hombre, que falleció hace ya 10 años, tiene una filmografía tan explosiva y tan abierta a lecturas, que incluso sus títulos podrían pasar por una peli X de auteur si los analizamos bajo el prisma mas depravado y voyeur. A saber: La Chaqueta Metálica, Senderos de Gloria, ¿Teléfono Rojo?, Volamos Hacia Moscú, 2001: Odisea en el Espacio, El Beso del Asesino, Fear and Desire, Espartaco… Pensad en esos títulos como si de cine X se tratase. Como cambian las cosas, ¿verdad?
Me parece absurdo a estas alturas, con cientos de libros, estudios y monografías varias en las librerías, analizar la obra del gran Stan en este pequeño homenaje. Hay tanto material analizando su filmografía, que sinceramente, no tengo nada nuevo que añadir. Y entonces… ¿Cómo homenajearle?, ¿hablando de lo dura que me la pone?, no, ni hablar, todo lo anterior no ha sido más que una breve introducción para mostrar mi intrínseca admiración por uno de los cinco mejores directores de cine de toda la historia. Quiero algo más original, algo como…
La idea se la propuse a Mary Carmen hace un par de meses, le dije… ¿Qué te parecería una entrevista ficticia a Kubrick? Le pareció una idea estupenda. A mí también me lo parecía. Comencé escribiendo las preguntas que le haría, primero fueron 10, luego 20, luego 30, así hasta 45. Y llegó el momento de escribir las respuestas.
Entrevistando a Mr. Kubrick
1. Han pasado 10 años de su muerte, ¿Qué valoración hace de su obra?.
Silencio absoluto. Cinco minutos de incomodo silencio. Quizás no he planteado bien la pregunta, quizás no se siente cómodo. Quizás no he planteado bien la situación. Quizás debería abordar previamente el contexto en el que se desarrolla la entrevista.
¿Acudiría a un médium para que me pusiera en contacto con él?, ¡si no creo en ello!, primera idea desechada. ¿Qué tal si la escribo como si continuara vivo? Bien, vale, la idea promete. Veamos, llamo a Kubrick, me coge su esposa y les pido una entrevista para un medio de internet. ¿Dónde la hacemos? ¡Un momento!, ¿realmente me concedería una entrevista a mí?, más aun, ¿me cogerían el teléfono? Joder, ¿conseguiría el teléfono de Stanley Kubrick? No, difícil, complicado. Bueno, es un texto ficticio, y hasta aquí puedo fantasear con la madre Teresa de Calcuta si me apetece. Aceptemos que sí, que tengo su teléfono, cogen mi llamada y aceptan mi entrevista. Un poco complicado, porque según cuentan, era un hombre poco dado a ofrecer entrevistas, pero entra dentro de esa mínima posibilidad, esa máxima de que todo puede suceder por muy inverosímil que sea.
Bien, tengo la entrevista, ¿a qué hora quiere hacerla?, ¿madruga mucho?, ¿se levanta tarde?, las doce es una buena hora. Me invitan a su casa. Me siento en una silla, no sé de qué estilo, no sé cuánto tiempo lleva con ellos, detalles absurdos. Me arrodillo ante Dios por esta oportunidad, recobro mi compostura. Comienza la entrevista.
1. Han pasado 10 años de su muerte, ¿Qué valoración hace de su obra?.
Silencio absoluto. Otra vez, esto comienza a ser como un maldito dejá vú. Rebobinemos hasta el punto donde ha fallado. ¿Sería en su casa la entrevista?, ¿quizás preferiría un restaurante?
Probemos con el restaurante, espero que esta vez funcione. Pago yo por supuesto, aunque mi precaria economía no lo permita y tenga que pedir un crédito bancario, pero la oportunidad ante mi lo merece. ¿Qué comería él? ¿De qué hablaríamos antes?, ¿del estado del Hollywood que siempre ha renegado? ¿De Obama?, ¿De Gordon Brown?, ¿De mí mismo?, ¿De él mismo?
A la mierda. Tercer intento de entrevista.
1.   Han pasado 10 años de su muerte, ¿Qué valoración hace de su obra?.
Tercer silencio consecutivo. Y mis nervios comienzan a desbordarse. ¿Será que no soy capaz de hacerle una maldita entrevista a uno de los seres humanos que más admiro? No hay de qué preocuparse, cambiemos de nuevo el escenario. Un ambiente más amistoso, menos lujoso y pedante. Probemos con un pub, uno de esos pubs británicos, con su parroquia bebiendo Guiness, su mesa de billar copada de adolescentes, sus dardos que rozan mi cabeza… Si, puede funcionar. Seis de la tarde es una buena hora. La mesa está llena de polvo, y la opulenta mujer de la barra me pregunta con un inglés irreproducible qué vamos a tomar. Porque doy por hecho que la entrevista sería allí y no aquí. ¿Sería dar mucho por sentado?
Veamos, qué tomaré yo, probablemente mi querido Jack Daniels doble, o quizás una buena jarra de cerveza que asienta más el estómago. Probablemente acabaré bebiendo 4-5 a lo largo de la entrevista, espero no emborracharme antes de finalizarla, ¡qué imagen daría a toda una institución! ¿Qué tomaría él? ¿Agua?, ¿bebería agua de aquel maldito antro?, ni yo mismo estoy seguro de si me la llevaría a la boca. Asumiré que no quiere beber nada. Me observa impaciente a través de esas gafas. No estoy seguro de si quiero volver a intentar hacer la entrevista. Los nervios me atenazan.
1. Han pasado 10 años de su muerte, ¿Qué valoración hace de su obra?.
Je. Esto comienza a sonar a cachondeo. Oh, ahora si me responde. No, no me responde. Mis malditas neuronas son incapaces de hacer su trabajo, ¿estáis en huelga laboral? ¿Tan difícil os resulta imaginar la respuesta?, y una vocecita en mi interior me responde… Si. No sé a cuál de las dos han respondido.
íšltima oportunidad. El médium que deseché al principio. La médium. Esa que me va a cobrar 60 euros por media hora de comunicación con el más allá. Le digo que quiero hablar con Stanley Kubrick, ¿me concederá una entrevista desde el cielo?, si funciona podría aprovechar la ocasión para entrevistar a Ford, Hawks y Welles. Dicen que esta mujer es buena, más le vale, sino le quemo el negocio. Nos sentamos, me habla con voz de hombre, una voz grave, en inglés claro, pero no sé si es un inglés de Gloucester o de Gales. Olvido la primera pregunta, tengo otra más importante que hacer.
1. ¿Eres Stanley Kubrick?.
Siiiiiiiiiiiiiiiiiii.
2. ¿De verdad?.
Siiiiiiiiiiiiiiiiiii.
¡Genial!, tengo la entrevista en marcha, no me lo puedo creer, ¡con lo que me ha costado!
3. Han pasado 10 años de su muerte, ¿Qué valoración hace de su obra?.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Me detiene la policía por homicidio. Le hundo la tabla ouija en la cabeza a esa médium de medio pelo. Insulto a todo aquel que veo por la calle, he perdido la cordura y mi instinto asesino se ha liberado de sus cadenas.
DIFICULTADES, PÉRDIDAS Y MONOLITOS
Me doy un paseo y vuelvo al mundo real, dejando de lado entrevistas imposibles y admitiendo mi derrota. No puedo hacer una entrevista ficticia a Kubrick porque nunca supe quién era.
En el tintero se han quedado preguntas como… ¿Qué opina del cine que se desarrolla últimamente?, ¿Qué sensación le queda en la vida tras décadas dedicadas al cine?, ¿Qué opina de aquéllos que tanto le criticaron?, ¿Cuál podría ser su heredero natural? Y un sinfín más.
¿Cuánto hay de verdad en todo lo que se ha dicho de este hombre?, histriónico, paranoico, mierda con talento… ¿Cuánto se ha mitificado negativamente a Stanley Kubrick?, no lo sé. Pero si sé que muy poca gente le conocía, yo no era uno de ellos, y por eso la dificultad, la imposibilidad de hacerle una entrevista ficticia estuvo presente en todo momento desde la concepción de esta alocada idea. Confié demasiado en mis posibilidades. No me siento un fracasado por ello, ni mucho menos, es un honor que alguien como él haya desafiado así mi imaginación hasta borrarla del mapa. Un honor y un orgullo, pero que no lo dude, pienso volver a desafiarle dentro de cinco años, no pienso rendirme así.
La única certeza que ronda ahora mismo por mi cabeza, es que Stanley Kubrick fue un realizador que desafió el viejo Hollywood de los DeMille, los Keaton y los Wyler e inició junto a Orson Welles, el germen del cine independiente, el cine de autor. Ellos fueron los auténticos precursores que llevaron al realizador a ser la estrella de la función. Kubrick tuvo que pasar por encima de Kirk Douglas, y éste no se lo permitió, una estrella como él no podía permitir que un simple empleado tuviera más poder que él. Tuvo que dolerle muchísimo. Pero Kubrick siempre consiguió lo más importante, ser independiente dentro de una industria que trataba a los realizadores como ganado. Como simples profesores de escuela. El realizador, gracias a Welles y Kubrick, se convirtió en el verdadero director de orquesta y no en un simple violinista, ese papel, en sus obras, quedó relegado a los actores. Solo hizo trece películas, numero fatídico, pero siempre hizo lo que quiso. Renegó de Fear and Desire a pesar de ser una estimable obra porque se sentía capaz de algo más, como demostró posteriormente en El Beso del Asesino. Habló sobre la existencia bajo un presupuesto millonario para la Warner en una época en la cual la ciencia ficción era considerada un género menor que debía llevarse a cabo con cuatro duros y dejó muchas incógnitas aquella mítica odisea para las futuras generaciones. Definitivamente Kubrick fue un director independiente. Pero poco más se puede extraer de él más allá de su impecable filmografía, más allá de un amor inconmensurable por el cine que se presume por el mimo hacia sus obras. Mientras otros tardaban dos meses en completar una película, el se podía tirar cuatro años, no terminaba la película hasta que no quedaba satisfecho, a eso no se le puede llamar obsesión o perfeccionismo, a eso se le debe llamar amor por un arte, por un hijo. Pocos directores han habido en esta vida como él.
Diez años ya de su muerte. Rápido pasa el tiempo. Demasiado rápido. Qué putada fue en su momento. Pocas veces he llorado tanto la muerte de alguien del cine como la suya y la de Katharine Hepburn. Y pienso… diez años después aquí estoy, intentando homenajearle con una entrevista ficticia. Es paradójico, le he conocido más escribiendo estas palabras que leyendo innumerables libros sobre su obra, Kubrick era en el fondo un enigma, y lo reflejó en su variada filmografía, y ese es el recuerdo que me queda de él. ¿Qué importancia tuvo en el mundo del cine?, mucha, más de lo que muchos creen, pero por encima de todo, tiene la importancia que cada uno quiera darle, y para mí, Kubrick fue, es, y será, junto a Welles, Ford, Hawks y Wilder el gran ejemplo de lo que significa el cine.
Recordémosle como se merece, viendo una película suya, no hay mejor homenaje en estas fechas que volver a disfrutar de ellas. ¿Cuál?, eso es lo de menos, todas merecen ser recordadas. Personalmente volveré a la sátira de ¿Teléfono rojo?, Volamos hacia Moscú y Atraco Perfecto.
¿Sabéis?, en el fondo sí hay una pregunta cuya respuesta no me resulta difícil vaticinar:
– ¿Qué significaba el monolito?.
Silencio.
Javier Moreno.