El pasado martes 22 de Septiembre Ignasi Guardans, actual director del ICAA, anunció que se aprobarían ayudas a proyecto para mujeres cineastas en la orden ministerial que se prevé aprobar en Noviembre, y que viene a desarrollar algunos de los aspectos de la Ley del Cine, como el de la garantía de igualdad de géneros contemplada en la misma.
La medida se concreta en lo siguiente: Habrá una serie de proyectos que serán evaluados por un comité, los que cuesten menos de 2 millones de euros. Comité que valorará la calidad, viabilidad y presupuesto de los mismos. Ante una valoración igual, aquel proyecto dirigido o escrito por una mujer tendrá prioridad ante el realizado por un hombre. La aplicación de esta ayuda adicional podría llegar, en su conjunto, hasta un máximo del 50% del total de ayudas previstas. Esta criba pretende, además, reducir el número de películas que se hacen en España, ya que según Guardáns “no tiene sentido producir más películas que Reino Unido con una cuota de pantalla de la mitad”. Hasta ahora las ayudas eran automáticas siempre que se cumpliesen unos requisitos, ahora tendrán un límite y deberán ser evaluadas.
En cualquier caso ¿es necesaria esta medida? En el artículo publicado hoy por El País se dan unas cifras que evidencian que la mujer es minoría en el cine (7% de los directores, 10% de guionistas y 20% en la producción), eso es un hecho. ¿Pero esas cifras se deben a una discriminación real en el sector?
Según CIMA, asociación de mujeres cineastas presidida por la directora Inés París, que es la que viene abanderando este movimiento feminista, hay discriminación. Discriminación en el trato y discriminación sobre todo en el tipo de historias que se reflejan en pantalla, que responden a una visión esencialmente masculina ya que los hombres son mayoría en la industria. El objetivo es poder transmitir la visión de las mujeres de forma más amplia, y también en dar una imagen moderna de la mujer. En definitiva, hacer del cine un arma de concienciación en pro de la igualdad de géneros.
El artículo de El País también recoge las declaraciones de varios cineastas sobre la medida. Gente como la propia Inés París, Isabel Coixet o Álex de la Iglesia se muestran esencialmente a favor, otros como David Trueba, Agustín Díaz Yanes o Gracia Querejeta prefieren mostrarse más cautelosos porque consideran que es un tema delicado, que habrá que esperar a ver cómo se concreta la medida y que, aunque puede traer beneficios en pro de esa igualdad, el ámbito de actuación podría no ser el más correcto. Pero también los hay que ven en la medida un disparate, como Imanol Uribe.
Y es que, y aquí es donde pongo mi opinión personal, esta medida me parece que está totalmente mal enfocada. Mal, porque se basan en unas cifras objetivas, pero no en el origen de las mismas. Como bien apunta Díaz Yanes, el origen de esa diferencia representativa tiene un origen histórico, porque es cierto que hace 30 o 40 años las mujeres no podían dirigir, lo que ha dado la imagen del cine como un mundo de hombres. David Trueba también acierta al apuntar hacia la base del sistema, las escuelas de cine. Digo que acierta porque en mi experiencia personal en la escuela puedo asegurar que nunca he visto un trato desfavorable de cara a las mujeres, simplemente se matriculaban menos. En mi último año éramos 15 en clase y sólo una mujer. ¿Eso es discriminación? Obviamente no. Cuando Dani y yo estuvimos como becarios de realización en Sogecable también había mujeres realizadoras, menos, pero por el mismo motivo, porque, en la práctica, cobraban lo mismo, trabajaban igual de bien y nadie las despedía por estar embarazadas, ni les propiciaba un trato vejatorio o insinuaciones fuera de lugar. El poco mundo audiovisual que conozco, y en general todo mi entorno, nunca se ha visto afectado por el sexo de los que trabajaban y viven en él. Y no ha sido hasta encontrar este debate, que vi empezar en el blog de Chico Santamano, cuando observé que había mujeres que se sentían en inferioridad de condiciones y seriamente molestas con la visión masculina dominante.
Por contra, en lo que llevamos de democracia, sólo recuerdo a Pilar Miró como única persona del mundo del cine que ha dirigido RTVE, González Sinde es la primera persona del cine nombrada Ministra de Cultura, y antes de eso fue presidenta de la Academia de Cine. A ella le precedieron Mercedes Sampietro y Marisa Paredes. También entre los directores más relevantes de nuestro cine encontramos nombres como Isabel Coixet, Chus Gutiérrez, Garcia Querejeta, Patricia Ferreira o Iciar Bollain, todas ellas reconocidas y premiadas numerosas veces. ¿De verdad hay discriminación? ¿No será una simple cuestión de inferioridad numérica, nacida a su vez de una menor cantidad de mujeres interesadas en dirigir? No se puede regular el interés y la vocación de la gente hacia determinados temas y/o profesiones. Lo único que hay que hacer es garantizar que quien quiera acceder a ellos tenga las mimas posibilidades sea quien sea y venga de donde venga.
David Trueba advierte de que si bien fomentar entre las mujeres el acceso al cine puede ser un acierto, favorecerlas en el mundo laboral por el mero hecho de ser mujeres puede dar lugar a conflictos. Y es que la discriminación positiva, por mucho adjetivo que se le ponga, es discriminación. Y tan malo es despedir a una montadora por estar embarazada, caso que cita Álex de la Iglesia, como tirar abajo un proyecto por una simple cuestión de cuota de sexos. La diferencia es que mientras la montadora puede denunciar al productor que le ha despedido, porque para eso hay leyes que la amparan, el tipo que ve su proyecto frustrado por la propia ley se queda sin nada a lo que agarrarse.
Si se quiere más cine hecho por mujeres creo que lo mejor sería organizar charlas en los institutos para animarlas a acceder a las escuelas de cine, hacer que encuentren su vocación, pero no darles más dinero porque en ningún momento se hayan en peores condiciones a la hora de sacar adelante sus proyectos.
En el blog de Guionista Hastiado comenta muy bien el tema con cierto sarcasmo, pero dando en el clavo. Quizás no todo el mundo lo vea tan claro y obvio, pero el concepto de “discriminación positiva” es una contradicción en sí mismo. Además, en un ámbito como el del arte y la cultura creo que valorar un proyecto por el sexo de quien lo encabeza me parece una estupidez. Una estupidez tan grande como la de pedir que las películas deban educar al público en base a estos conceptos de igualdad o de cualquier otro. Quien quiera tomar esa responsabilidad y tenga interés en tratar ese tema, que lo haga, es parte de su libertad como creador, pero quien no quiera contar historias bajo este cortapisas de lo “políticamente correcto”, está en su derecho de hacer la película que le salga de las narices. La discriminación hay que combatirla una vez que se produce, no con medidas igual de injustas que en vez de garantizar un trato equitativo sólo buscan forzar la estadística para ¿eliminar el complejo de culpa? ¿dar buena imagen? ¿ser el más moderno?
Sólo entiendo una selección de proyectos en base a los criterios que se citaban al principio: calidad, presupuesto y viabilidad. Y eso que lo de la calidad no deja de ser subjetivo. Pero en cuanto empezamos a valorar las cosas por su mensaje, por el sexo o la raza de su autor, por su idioma o por la región de origen del director, estamos aplicando CRITERIOS POLíTICOS que nada tienen que ver con que la película sea buena o el público esté interesado en ella. La gente no va a ir más al cine por el hecho de que el director sea mujer u hombre, sino porque esa persona y esa película sean interesantes.
Un dato que creo importante por palpable y cercano a nosotros. De todos los que posteáis en la web con cierta asiduidad, que es algo que uno hace gratis, libremente y por puro y simple interés, ¿cuantos sois mujeres? ¿El 20%, el 10%? ¿Deberíamos pagar a las mujeres que nos visiten para igualar la estadística? Suena absurdo ¿no? Este último, puede ser un comentario demagógico, pero no lo es menos el origen de esta medida, que por bienintencionada que sea es del todo ilógica y no mejorará la calidad de las películas, que es algo que no responde a criterios de sexo, raza o religión.
Lo peor de todo es que al final este tipo de cosas provocan respuestas reaccionarias y en vez de solucionar un problema inexistente o excepcional, provocan otro que no había. Porque si finalmente la medida se aplica y se normaliza ¿no habrá quien dude de la calidad de una película hecha por una mujer ya que ésta ha tenido un trato de favor? Eso mismo pasa hoy día con el funcionariado en Euskadi por ejemplo, donde dominar el euskera es no sólo un punto a favor, sino muchas veces un factor determinante. ¿Garantiza conocer el euskera el hecho de que un cirujano, un profesor o un administrativo sea mejor que otro? Pues con esta medida pasa lo mismo. Nada mejor que mirar todos los titulares del día sobre el tema, la orden establece la evaluación de proyectos y un límite en las ayudas para corregir la sobreproducción de cine que hay en España, hasta ahí todo muy lógico, aunque deja al cine más pequeño sin mucho margen, pero se tuerce cuando metemos “discriminación positiva” en la fórmula.
Más opiniones, desde dentro y con más gracia, en:
– Crítica de Star Trek por Pilar Aguilar (socia de CIMA), por meter cizaña, pero me parece asombroso valorar esta película en términos machismo/feminismo.