El Festival de Venecia vivió ayer una de sus jornadas estrella con la presentación del documental, o experimento si lo preferís, I’m Still Here. Un trabajo que a pesar de ser una presunta gamberrada, orquestada por Casey Affleck y Joaquin Phoenix, consigue jugar con el espectador y hacerle pensar que lo está viendo es auténtico y no un experimento en donde se narra cómo un estrella de Hollywood desciende a los infiernos. I’m Still Here se estrenará esta semana en los Estados Unidos, y al mismo tiempo se presentará en el Festival de Toronto. Veremos cuál es la reacción de los espectadores y hasta dónde son capaces de llegar los responsables de este documental con esta broma, si es que lo es.
Hoy se ha presentado la única película española que va a competición, Balada Triste de Trompeta, de Alex de la Iglesia, y le han acompañado la italiana Noi Credevamo de Mario Martone y la nueva película como realizador de Vincent Gallo, Promises Written in Water.
Anoche nos hacíamos eco en el Twitter de la página de la primera y entusiasta crítica que escribió Toni García, al borde del éxtasis, en la edición digital de El País. En su crítica hablaba de una maravillosa marcianada, probablemente la película más personal que se ha hecho en el cine español en años, y que en el fondo era un precioso díptico sobre las dos Españas, la del payaso triste y la del payaso alegre. Al mismo tiempo advertía de la difícil comprensión de este film fuera de nuestras fronteras. Minutos después conocíamos un cable de EFE en donde se comentaba que la proyección no había sido tan bien recibida por la mayoría de los críticos, ya que a la prensa internacional le había desconcertado bastante, aún así se escucharon algunos aplausos al finalizar la proyección. Uno de los críticos a los que no le gustó nada Balada Triste de Trompeta es el argentino Diego Lerer, de El Clarín, que en su Twitter calificó el film de la siguiente manera: “Repulsiva, impresentable, jodida, fea, desagradable, ampulosa, falsa, insoportable. El anti-cine…” Oti Rodríguez Marchante en ABC habla de “una película que va por lugares que no todo el mundo está dispuesto a transitar. Es una película loca, pero que de algún modo imperceptible se pone tan seria que te hiela la risa”. Para Alex de la Iglesia es su mejor película, y la ha terminado prácticamente a contrarreloj. Comenzó a rodarla a principios de año y se presentó un avance de unos diez minutos en el pasado Marché du Film del Festival de Cannes, ahí la respuesta por parte de los distribuidores internacionales fue muy buena, y entusiasmados con esa recepción, los productores del film dieron prisa al director para que tuviera lista la película para el mes de julio, para que los organizadores del festival de Venecia la pudieran ver. La Mostra la eligió para competir en la sección oficial y Alex de la Iglesia terminó la película hace tan solo cuatro días, y tal y como él mismo ha declarado a RNE “en unos niveles de tensión increíbles”. La película está ambientada durante la guerra civil y la década de los setenta y narra la lucha a muerte entre dos payasos, interpretados por Antonio de la Torre y Carlos Areces, por el amor de la bella trapecista del circo, Carolina Bang. La película se estrenará en España el 17 de diciembre, antes será vista en otro festival internacional, el de Toronto. Y Magnolia Pictures ya se ha hecho con sus derechos para su distribución en los Estados Unidos. Veremos si a un director tan entusiasmado por los excesos cinematográficos como es Quentin Tarantino le encandila Balada Triste de Trompeta, y por el bien de Alex de la Iglesia esperamos que Mr. Q no tenga en cuenta esto.
Otro de los protagonistas de la jornada, o bueno, de lo que llevamos de semana, es Vincent Gallo, aunque no se le ha visto el pelo en Venecia. Ayer presentó Essential Killing de Jerzy Skolimowski, en donde trabaja como actor, y en esta ocasión se mostraba su tercera película como realizador, Promises Written in Water. Hace siete años Gallo la armó en Cannes con la presentación The Bown Bunny, y la prensa especializada se temía algo similar. Y por falta de motivos no sería. Gallo había prohibido a la Mostra proporcionar cualquier tipo de información antes de su proyección, y él mismo se encargó de gestionar las peticiones de la prensa para posibles entrevistas, para posteriormente negarse a concederlas. En Promises Written in Water Vincent Gallo no solo dirige e interpreta, sino que también escribe, monta y pone la música. La película no tiene argumento y es una sucesión de largas escenas en donde prácticamente se ven primerísimos planos de Vincent Gallo. Él da vida a un trabajador de una funeraria que se relaciona con una mujer adicta al sexo pero él se lo niega porque es un romántico. Según Carlos Boyero, apenas hay diálogos en la película, pero cuando los hay la cosa es peor, porque entre otras cosas el actor llega a repetir diez veces seguidas la misma frase. Acompaña a Vincent Gallo la modelo belga Delphine Bafort, que ha sido la única que ha acudido a defender el film a Venecia. En el pase de prensa hubo abandonos y pitada al finalizar la proyección. Y hubo quien le echó la bronca a Marco Müller por haberla seleccionado.
No fue muy diferente la proyección de Noi Credevamo de Mario Martone, la tercera de las cuatro películas italianas que van a concurso. Se trata de un film de 204 minutos de duración que viene a conmemorar la unificación de Italia, a las puertas de que se celebre su 150 aniversario el próximo año. Para ello el realizador se ha basado en la novela de Anna Banti. Muy pocos fueron los que aguantaron hasta el final de la proyección, ya que desde la primera hora los críticos comenzaron a abandonar la sala.
Mañana se presentará Venus Noire de Abdellatif Kechiche y Attenberg de Athina Rachel Tsangari. Fuera de concurso se verá The Town, la segunda película de Ben Affleck como director.