Dos Tontos muy Tontos, Vaya par de Idiotas, Algo Pasa con Mary y Yo, Yo Mismo e Irene conforman el poker de ases de la filmografía de los hermanos Farrelly, aquellos que pusieron de moda la comedia zafia llevándola a su mejor y más divertida expresión, y que cayeron en el olvido cuando empezaron a almibararse (Amor Ciego o Pegado a Ti resultan bastante aburridas e inofensivas).
Ahora con Carta Blanca recuperan parte del punch perdido, quizás inspirados por el que se convirtió en su relevo natural y que ha abanderado la nueva comedia hollywoodiense, Judd Apatow. Y es que este nuevo título tiene muchos de los elementos característicos del cine del director de Virgen a los 40 o Lío Embarazoso, ya que pivota entra la ya obligada oda a la amistad masculina, el sexo (o la ausencia del mismo) enfrentado al amor como eje del conflicto de la película y la eterna inmadurez de los hombres, todo ello bañado de cinismo, cobardía, chistes de sal gorda, comentarios ácidos y buen fondo.
Como comedia funciona como un reloj. Un par de protagonistas, amigos de toda la vida, con suficiente contraste como para mantener cierta tensión entre ambos, un ritmo que no decae en ningún momento, algún gag recurrente bien construido (la comida falsa) y suficiente frescura como para que un tema tan trillado como el “culo veo, culo quiero” de los hombres resulte original dentro de lo que cabe.
No es una película que uno recuerde mucho más allá de la puerta del cine, pero cumple sin problemas, te ríes a carcajadas y, por suerte, a pesar del conservadurismo del mensaje final de la peli, tiene margen suficiente para hacer hueco a la mala baba y lo políticamente incorrecto. De hecho en USA ha tenido calificación R, algo que se echaba en falta en el cine de los Farrelly, auténticos abanderados del humor soez que tanto me gusta.
Mención especial a la breve pero impactante aparición de Richard Jenkins en un papel totalmente opuesto a los que acostumbra a interpretar.
