Antes de publicar la tradicional entrada detallando las series que han acabado mordiendo el polvo y las que se han salvado un año más en esta temporada televisiva, quería hacer una parada para hablar las dos producciones que han tenido con el corazón en un puño a sus fans este año y cuyo destino se decidió la semana pasada.
La NBC anunció hace unos días que Community, la gran comedia de nuestro tiempo creada por Dan Harmon, no vivirá para ver las “six seasons and a movie” que sus seguidores tanto ansiábamos.
La quinta temporada no ha sido la mejor de la serie en conjunto, y se notaban coletazos tras el bache creativo que sufrió durante su cuarto año –en el que Harmon acabó despedido por la cadena, para ser reincorporado a la serie posteriormente–, pero ha dejado episodios para el recuerdo, como la investigación “fincheriana” del Ass Crack Bandit que asolaba los pasillos de Greendale, la lectura del testamento de Pierce, la emotiva despedida de Troy (con lucha en un entorno postapocalíptico inundado por lava), la visión distópica de un mundo controlado por la aplicación MeowMeowBeenz (mi favorito del año) o la vuelta al tablero de Dragones y Mazmorras.
Grandes episodios que se suman al legado de esta peculiar serie que ha tenido una despedida agridulce, ya que sus guionistas enfocaron el final de la quinta temporada como un final de temporada sin más, y no como un final de serie, así que ahora siempre nos quedará la duda de cómo podría haber concluido la serie bajo sus propios términos y si volveríamos a tener un nuevo cruce con la “línea temporal oscura”.
Aunque muchos se muestran entusiastas ante la posibilidad de que Community reviva en otra plataforma como Amazon o Netflix, Deadline avanza que las opciones para ello son escasas y esta puede ser la última vez que hayamos podido ver a Jeff, Britta, Annie, Abed y compañía.
Por otra parte, la serie de Hannibal a cargo de Bryan Fuller se ha salvado un año más por los pelos, a pesar de una escasísima audiencia que no hace justicia a su calidad. El prestigio que aporta a la cadena, la ventas internacionales a través de Gaumont y su reducido presupuesto (cuesta menos que cualquier otro drama de la cadena y luce diez veces mejor) han hecho que la serie pueda llegar a una tercera temporada, cuya trama quedará perfilada tras el, seguramente espectacular, final que tengan preparado para el episodio de la semana que viene.
El ambicioso plan de Fuller con esta serie es realizar siete temporadas (la cuarta sería su particular adaptación de El dragón rojo), aunque viendo todo lo que tienen que pelear cada semana por arañar un poco de audiencia, me temo que requeriría demasiada fe confiar en que lleguemos a ver algo así.
Por mi parte, estaría contento si la serie se despidiese el año que viene. Fuller habría sido capaz de narrar durante tres años la intensa relación entre el doctor Hannibal Lecter y Will Graham, mostrando en pantalla una cronología mencionada pero nunca relatada por el escritor Thomas Harris, y después ya tendríamos DOS películas sobre El dragón rojo que le sucederían: Manhunter de Michael Mann y El dragón rojo de Brett Ratner. Concluir en este momento sería hasta apropiado para no quemar su creatividad y dejar en el recuerdo una revisión de la mitología lecteriana que rivaliza con la de las películas protagonizadas por Anthony Hopkins. Nadie quiere que se repita un nuevo Dexter.