Por Txema Ballano (@txema_olvidao)
He admirado a Peter Jackson desde que me introdujo en la comunidad, me llevó de viaje, me engatusó, me engalanó, me dio la mayor épica vista e hizo sentirme uno más de una familia a la que costó dejar atrás en la despedida. Antes, este hombre orondo a ratos en su vida, también nos mostró el poder que posee para entretener. Pero con la mejor trilogía que ha parido el cine, lo llevó al máximo nivel.

© Warner Bros.
Os cuento esto porque me jode en cantidad lo que ha pasado con la trilogía del Hobbit y más marcado en esta tercera parte que es la que nos ocupa. El cariño, el detalle, el mimo impuesto en ESDLA, aquí solo lo consigue mostrar en algunos momentos, muy pocos logran pasar ese umbral de ser recordados con admiración al salir del cine y no como un mero espectáculo vacio pero envuelto cojonudamente.
Veníamos de Un viaje inesperado y La desolación de Smaug, que aún teniendo sus defectos, una vez vistas otra vez, me han conseguido mostrar que están muy por encima de esta tercera entrega. Quizá lo que les sobraba de metraje a unas, le habría sentado mejor a este acto final, para desarrollar personajes inacabados, situaciones que se quedan a medias o momentos “lo habrá hecho un mago”, que se producen peligrosamente más de una vez si se te ocurre pensar en ello.
No quiero entrar en detalles porque mi intención no es spoilear a nadie ya que para eso están los comentarios, pero el trabajo de edición en la trilogía del anillo se notaba muchísimo menos aún sabiendo que por ejemplo, en El retorno del Rey, Saruman se quedaba fuera del montaje final. Recuerdo la polémica que hubo, pero quedó bien, tu suponías que ya fue vencido en Las Dos Torres y a otra cosa. Aquí, estos cortes matan la película: personajes que no tendrían que tener ni una línea (nivel Jar Jar) ocupan minutos de metraje, quitando la posibilidad de desarrollar otros que han participado muy activamente en el desarrollo de la historia.
Lo peor es la losa inmensa que ESDLA ha producido sobre el Hobbit, que ha pesado demasiado y termina potenciando los aspectos negativos de esta nueva trilogía
Los actores siguen estando muy correctos con lo que tienen. No ha sido una saga de malas actuaciones. Destacando a Evangeline Lilly por creerse de verdad su personaje, Martin Freeman, Richard Armitage (a ratos) y por supuesto Ian McKellen, que es Gandalf y él lo sabe. Y siempre daré gracias por este acierto de casting.
Pero por el lado negativo, tenemos las escenas en las que el personaje que nos muestran en ese momento, se marca una sobrada en el campo de batalla. Sobradas las habían en la otra trilogía y las hay en otro tipo de cine, pero hay que saber diferenciar. De esto ya pecaban las otras dos películas, pero aquí se acentúa de una manera tremenda con luchas contra las leyes físicas y ayudas made in El Hormiguero, como un experimento de Marron con su efecto dominó para conseguir lo que se desea, a base de carambolas y una suerte que siempre, repito SIEMPRE tiene. No cuesta tanto remarcar que eres un sobrado arquero y cargarte a tres tíos de una flecha, sigue siendo una sobrada, pero no del estilo: ¡venga coño, donde vas! Te sacan de la escena y de la trascendencia que tiene que tener.




© Warner Bros.
En el aspecto visual todo me sabe y me huele a películas mil veces vistas (esos naranjas/azules…), pero cuando Peter se quiere marcar un planazo y recordarte que sigue ahí, lo consigue y yo pienso: joder cabrón, dale caña a esto que se está acabando y me faltas tú. Quizá tú te has quedado en la sala de montaje. O quizá te has ido diluyendo conforme avanzaba la trilogía, ya que si conseguías sacar una escena genial de acertijos entre Bilbo y Gollum en Un viaje inesperado, sabemos que eres capaz de darnos mucho más que lo mostrado. Y eso es lo que más me jode. Eso y el creerme que en el tercer capítulo, el señor Peter se sacaría la chorra y diría: aquí estoy yo, os mostré pinceladas en las otras y ahora quiero reivindicarme. Pero no, no lo hace. Y si lo intenta, no lo consigue. Ergo entristece mi corazoncito, que tenía ganas de llegar a emocionarse como antaño.
Lo peor de todo esto al llegar al final del camino, es la losa inmensa que ESDLA ha producido sobre la trilogía del Hobbit. Una losa que ha pesado demasiado a mi parecer, ya que me ha hecho ver más cosas negativas que positivas a este último episodio. Ojo, no quitan que el film no entretenga. Pero es que siendo el Hobbit y considerándome un fan de la trilogía, me habría gustado salir contento del final de esta aventura. El tiempo la pondrá en su lugar, pero ahora mismo la palabra decepción es la que mejor describe el fin de esta saga. Y ahora si me disculpáis, voy a ver El Retorno del Rey, versión extendida, por séptima vez.

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