El universo cinematográfico de Marvel sigue ampliándose. Después de presentar al núcleo duro con los Vengadores, empiezan a llegar personajes más periféricos como pasó hace un año con Guardianes de la Galaxia o ahora con Ant-Man. Se creó una expectación bastante grande en los inicios del proyecto con el fichaje de Edgar Wright como director y co-guionista, y la de Paul Rudd, actor consagradísimo en la comedia, como protagonista. Pero al poco tiempo llegaron las dudas con la salida de Wright del proyecto por diferencias creativas con el estudio. La llegada de Peyton Reed garantizaba la continuidad en la apuesta de Marvel por una película de aventuras ligera con buenas dosis de humor, pero la ilusión que despertaba el proyecto con Wright ya había quedado en suspenso hasta ver si el resultado era suficientemente estimulante. En cualquier caso sería absurdo esperar algo revolucionario, al igual que sería absurdo esperar un desastre. Marvel tiene tan claro el tipo de películas que hace y el margen creativo de las mismas, que lo más probable es entrar en el campo de lo previsible dentro de su trayectoria hasta la fecha.
En ese sentido, Ant-Man vuelve a ser una película de orígenes con algunas ligeras variaciones respecto a otros títulos similares de Marvel. La primera variación es que no se trata de un origen como tal, sino de la herencia de un personaje, la que recibe Scott Lang (Paul Rudd) de manos de Hank Pym (Michael Douglas). La segunda es que, en general, es una película mucho más cotidiana y familiar que las anteriores. Tanto Lang como Pym luchan, además de por salvar el mundo, por sus respectivas familias. Lang es un ladrón recién salido de la cárcel y alejado de su hija por esa situación, Pym es un antiguo empresario de éxito acosado por fantasmas del pasado que le han hecho perder el poder en su empresa y la relación con su hija. La amenaza surge cuando el actual director de la empresa de Pym retoma el viejo proyecto de empequeñecer y comprimir la materia (y a un ser humano) con la idea de vender la tecnología al mejor postor.
La amenaza es, como cabe esperar, el detonante de un camino redentor para ambos. Para Lang es la oportunidad de convertirse en ese héroe que su hija cree que es. Para Pym la de enmendar errores del pasado en lo profesional y personal.
A partir de ahí la película decide apostar por la sencillez. Sustentada en gran medida en la estructura de la peli clásica de robos, lo que logra es una variación de la misma que culmine, porque el género obliga, con un enfrentamiento físico entre el nuevo héroe y el villano.
Viendo el resultado parece que tanto a Wright (que sigue siendo co-autor del guión) como a Peyton Reed les interesa bastante más la parte humana que la de los superpoderes. En otras películas de Marvel suele hacerse hincapié en la idea de que el héroe se culmina cuando domina sus poderes, su don, para hacer el bien. Aquí sin embargo el tema de las habilidades es más el relleno divertido para construir una película sobre la idea de la responsabilidad como personas corrientes. No es un tema ajeno al resto de títulos del estudio, pero sí que se aborda de una forma más humana y con un enfoque esencialmente familiar, porque los errores repercuten en la relación con los seres queridos.
Es por eso que una vez que la película entra en el tercer acto, lo resuelve en un tiempo bastante corto, a diferencia de los clímax interminables que nos vienen ofreciendo muchos de estos títulos, y siempre sin despegarse de esa idea de la familia en juego.
A su vez, este universo más cotidiano y contenido, donde dominan los espacios domésticos y las calles normales, siendo la empresa de Pym la localización más grande, además de ayudar a esa idea de película cercana y familiar, cumple una función claramente estética y espacial. Cuando el protagonista cambia de tamaño, el impacto de ver cómo un pequeño baño se convierte en un gigantesco valle de metal, es mucho mayor que si ya partiéramos de una localización amplia y de gran escala. Así, gran parte de la película transcurre en la infravivienda de Scott Lang y sus amigos, en casa de Pym (no excesivamente lujosa para un antiguo magnate científico) y en casa de la ex-mujer de Lang, donde vive su hija. Con todo, más allá de la primera transformación, la película tampoco se recrea en subrayar el impacto del mundo visto a gran escala.
En cuanto al personaje protagonista y el trabajo de Rudd, viendo el resultado final de la película, queda la sensación que lo que interesaba más era su imagen de tipo corriente que cae bien a todo el mundo que su faceta más cómica. La película, aunque tiene sus momentos de humor, no destaca por ello ni resulta más cómica de lo que pudiera ser cualquier otra de las cintas de Marvel.
Es una película que que ni decepciona ni entusiasma, la sensación es más la de haber visto una peli entrañable con la que resulta muy fácil empatizar, pero que quizás pase más de puntillas por su faceta de cine de espectáculo. Personalmente me alegra ver una película que, pese a tener medios, no pretenda ganarte con la clásica sacada de chorra presupuestaria y vuelva un poco a esa idea de cine de aventuras simpático.

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Nacho Traseira