Con la magnífica Lejos del cielo el director Todd Haynes se adentró en el melodrama, al más puro estilo de los que rodó Douglas Sirk en glorioso tecnicolor durante los años cincuenta del siglo pasado, para contarnos la historia de unos personajes oprimidos por una sociedad basada en la doble moral. Nadie mejor que él para rodar la adaptación cinematográfica de Carol de Patricia Highsmith.
La historia se desarrolla en Nueva York durante las navidades de inicios de la década de los años cincuenta. La protagonista es Therese Belivet una joven aspirante a fotógrafa, un tanto retraída y asocial, que tiene un novio al que ve más como un amigo, y que trabaja en la juguetería de unos grandes almacenes. Un buen día se quedará obnubilada ante la aparición de Carol Aird una sofisticada mujer rubia perteneciente a la alta sociedad que busca un juguete para su hija, y entre las dos se iniciará una relación. Carol está en pleno proceso de divorcio y su marido amenaza con arrebatarle la custodia de la pequeña amparándose en una cláusula de moralidad, ya que a ella le gustan las mujeres.

© Vértigo Films España
Patricia Highsmith se basó en experiencias personales para escribir Carol, originariamente titulada El precio de la sal. Corría el año 1952, ya había publicado su primera novela Extraños en un tren, y se vio obligada a utilizar el seudónimo de Claire Morgan ya que era la primera historia que no condenaba la homosexualidad de las protagonistas y porque supondría la salida del armario de la autora y por lo tanto la muerte de su prometedora carrera. La novela se convirtió en un fenómeno entre el público gay y tres décadas después se publicaría con el nombre de Patricia Highsmith y el título de Carol. Ha llegado a la gran pantalla gracias al empeño de la dramaturga Phyllis Nagy, que fue amiga personal de la novelista, y que se ha encargado de escribir la adaptación, el resultado indudablemente está a la altura.
Ver Carol es como asistir a una exposición de la obra de Edward Hopper. Todd Haynes observa muchas veces desde el exterior a estas mujeres que intentan guardar las apariencias y que se ven obligadas a reprimir sus sentimientos. Esto ha hecho que muchos espectadores tilden al film de ser más artístico que emocional, uno se rompe más viendo a Shirley MacLaine y a Audrey Hepburn en La calumnia. La explicación se debe a que Haynes se ha encargado de llevarnos a esa época en la que tal y como describió Highsmith en la novela la homosexualidad se vivía de manera clandestina y era letal despertar cualquier sospecha.
Carol es una nueva y exitosa aproximación al melodrama más clásico. Un ejemplo de cine concebido como arte y no como espectáculo.
El cast es realmente impecable. Esa rubia esbelta envuelta en pieles que se convirtió en la fantasía de Patricia Highsmith y que le llevó a escribir Carol pudo haber sido perfectamente Cate Blanchett. Nadie mejor que la actriz australiana para interpretarle. Con su presencia y con su voz se convierte en un ser absolutamente fascinante para Therese, le seduce desde su primer encuentro, y a nosotros también nos cautiva. Y cuando Carol se da cuenta del drama que tiene encima vemos a una mujer desesperada y derrotada. Es realmente asombrosa la calidad del trabajo de Blanchett, no exagero nada si digo que es una de las intérpretes más superlativas de la actualidad.




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No se queda atrás Rooney Mara. Ella es Therese Belivet, ese tipo de persona que está deseando desaparecer del planeta y que es incapaz de tomar una decisión hasta que aparece alguien que le cambia la vida. Mara sencillamente lo borda, su actuación está basada en la sutileza y cuando se rompe es espectacular. Hay tanta verdad en su interpretación que cuando Therese descubre por fin los placeres de la carne vemos a Rooney Mara colorada como un tomate, ahí no hay técnica. Y físicamente está más Jean Simmons que nunca.
El reparto está cerrado por Sarah Paulson, Kyle Chandler, Jake Lacy y John Magaro. Es especialmente destacable el caso de Paulson, que interpreta a la mejor amiga de Carol, un papel breve pero fundamental y que la actriz desempeña de una manera magnífica.
Visualmente Carol es prodigiosa gracias al uso de la luz del director de fotografía Edward Lachman, que ya trabajó con Haynes en Lejos del cielo y en la miniserie Mildred Pierce, el diseño de producción de Judy Becker, y el vestuario de Sandy Powell. Sin olvidar la contribución de Carter Burwell que ha compuesto un score, muy deudor de Philip Glass, que consigue momentos de gran belleza.




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Es una lástima que este film no haya tenido mayor presencia en los Oscars. Carol es una obra de arte, de esas que raramente se hacen en el cine actual. Patricia Highsmith estaría orgullosa de la adaptación que ha hecho Todd Haynes de su novela más personal.

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