Marc Webb ejemplifica uno de los fenómenos más reproducidos en Hollywood en los últimos años, el del director de cine indie que logra sobresalir y es reciclado por un gran estudio para que dirija una gran franquicia taquillera, casi siempre con la correa muy corta. Tras petarlo con (500) días juntos, agridulce película romántica que fue una de las sorpresas de 2009, Webb recaló en Sony para encargarse de dirigir el reboot de Spider-man con dos entregas (The Amazing Spider-Man y The Amazing Spider-Man 2: El poder de Electro) que decepcionaron bastante a los fans del personaje, especialmente la segunda entrega, y que, para colmo, tuvieron que sufrir la alargada sombra de Sam Raimi. Con nuevo reboot bajo la batuta de Marvel, Webb quedaba libre para volver a su terreno y lo ha hecho con la reciente Un don excepcional y peli que nos ocupa, Canción de Nueva York, donde nos cuenta la historia de un joven que, tratando de enamorar a la chica que le gusta, inicia una retorcida estrategia que le llevará a seducir a la amante de su padre. Lo típico que nos pasa a todos.
El guión corre a cargo de Allan Loeb, que no destaca precisamente por su sutileza emocional (autor de Belleza oculta, hecha para rellenar pantanos), y cuenta con un potentísimo reparto en torno al joven Callum Turner (nada menos que Jeff Bridges, Cynthia Nixon, Pierce Brosnan y Kate Beckinsale).